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Si el pene de los niños es mejor no tocarlo, ¿qué hacer cuando las niñas tienen sinequia de labios menores?

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Sinequias vulvares

Hace unos días os dimos un aviso para todas las madres y todos los padres: hay que evitar que las pediatras intenten solucionar la fimosis de los niños en la consulta, bajándoles la piel de manera brusca, porque el remedio es peor que la enfermedad, que en ese caso ni siquiera es algo a solucionar porque lo normal es que la piel del prepucio no pueda bajar hasta que el niño tiene varios años de edad.

Pues bien, si hablamos de niñas, hay una condición similar, la sinequia de labios menores (los labios menores se pegan entre sí), que sucede a algunas niñas cuando son pequeñas y que muchas veces se soluciona en la consulta. Si son pequeñas no suelen quejarse demasiado, pero si son más mayores sufren y lloran y algunas tratan de evitar en posteriores visitas que nadie le mire ni le toque su vulva. Así que aquí la duda es: ¿hay que solucionar las sinequias en cuanto se ven? ¿Es mejor que lo solucione la cirujana? ¿Puede optarse por no hacer nada?

¿Qué es una sinequia vulvar?

Lo primero, para que sepáis de qué estoy hablando, es explicar qué es una sinequia vulvar o sinequia de labios menores. Se trata de una fusión de los labios menores o de una parte de ellos. Está considerado como uno de los problemas ginecológicos más frecuentes en las niñas antes de la pubertad y se estima que cerca del 3,3% de las niñas de entre 13 y 23 meses lo padecen.

A diferencia de la fimosis fisiológica de los niños, que nacen con ella, la sinequia sucede más adelante: no es una malformación congénita ni un evento normal al nacimiento. Sucede después y las causas son diversas y no están del todo claras. Por un lado, la baja producción de hormonas femeninas (estrógenos) la promueven. Por otro lado, las dermatitis del pañal, si hay irritación, y el uso de toallitas ayudan también. No es que las sinequias se produzcan por usar toallitas, pero el hecho de utilizarlas en vez de agua y jabón hace que las secreciones y los restos no acaben de irse de la zona (la toallita limpia, pero también arrastra y a veces no de manera suficiente), actuando de “pegamento”.

¿Cómo tratarlas?

Y aquí llega el tema, que dependerá de los síntomas, como sucede con la fimosis. Si un niño no tiene problemas por tener la piel del glande adherida al mismo, es mejor no hacer nada. En caso de que le provoque infecciones o problemas al orinar, entonces sí hay que buscar una solución.

En las niñas sucede lo mismo. Lo más frecuente es que las niñas no tengan síntomas. De hecho, la mayoría de padres se dan cuenta de que sus hijas tienen adherencias porque la pediatra o el enfermero se las ve. Sin embargo, algunas sí pueden sufrir irritaciones vaginales, infecciones vaginales o infecciones de orina de repetición. En los casos más graves (y a la vez más raros) pueden darse síntomas como incontinencia o retención urinaria.

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Pues bien, el tratamiento dependerá de esto. En principio, si no hay síntomas, si la sinequia aparece sin signos de alarma y se descubre por casualidad se puede esperar porque normalmente se resuelven solas a partir de la adrenarquia (cuando las niñas empiezan a tener más hormonas femeninas hacia los 6-8 años) y hasta la pubertad. Esta es la recomendación de un estudio publicado en abril de este año en la revista Journal of Pediatric and Adolescent Gynecology, que añade que en tal caso los padres deben tener en cuenta lo importante de mantener una higiene correcta.

Una segunda opción es la de separar los labios menores de manera manual. Esto es lo que se suele hacer en la consulta de la pediatra, después de aplicar crema anestésica (o no). Ya sea haciendo maniobras con las manos (estirando poco a poco de cada lado), ya sea con la punta de un termómetro o con otra herramienta que tenga la punta roma, se consiguen separar los labios menores y resolver la sinequia. El problema es que a veces, como digo, las niñas lo pasan mal, y que se solucione una vez no es garantía de que no vaya a volver a pasar.

Hay más opciones, más conservadoras, que pasan por la aplicación de una crema con estrógenos o corticoides. En el caso de los estrógenos es un tratamiento que funciona pero que parece tener menos efecto cuando las niñas tienen ya 36 meses y cuando las adherencias son densas o fibrosas. Como efectos secundarios, la aplicación local de hormonas puede provocar un aumento de desarrollo mamario y aumento de la pigmentación de la vulva, aunque no son síntomas que se den con frecuencia y además desaparecen al retirar el tratamiento. El problema en este caso es que cuando la crema deja de aplicarse las adherencias pueden volver a aparecer, haciendo necesarios nuevos ciclos de tratamiento o bien hacer uso de tratamientos más agresivos como la separación manual o la separación quirúrgica.

En cuanto a la pomada de corticoides, como se utiliza con los niños para solucionar la fimosis, un estudio publicado en 2014 comparó el tratamiento con estrógenos con una mezcla de cortisona y vaselina, y en él se vio que con la crema de estrógenos se logró resolver el 80% de las sinequias en las niñas tratadas de este modo, mientras que con la mezcla de coricoides y vaselina se resolvieron el 89,4%. Otro estudio, en cambio, no halló diferencias al tratar las sinequias con estrógenos, con una mezcla de estrógenos y corticoides o con una crema de corticoides sola. De esto se deduce que la crema de corticoides es una alternativa totalmente válida, sin los efectos secundarios de la crema de estrógenos, que puede emplearse en caso de querer tratar de solucionar una sinequia sin dolor.

La última opción es la separación quirúrgica. Se realiza con anestesia y es el método de elección si no se separa por sí sola en la pubertad o si la sinequia provoca síntomas (infecciones, molestias al orinar) y la crema no ha funcionado. Hay riesgo de que los labios vuelvan a juntarse y por eso es importante la higiene y el uso de vaselina en la zona después del baño.

Por eso, por el riesgo de que vuelva a cerrarse en todos los casos de separación, lo ideal y más recomendable parece ser no hacer nada a menos que haya síntomas.

Más información | En Familia
En Bebés y más | Qué son las sinequias de labios menores en las niñas y cómo deberían tratarse, Adherencia de los labios vaginales en las niñas


El bebé pierde peso al nacer: ¿cuánto y por qué?

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Recién nacido

Cuando nuestro bebé nace, tras un buen rato con mamá, con quien hace su primera toma, es medido y pesado para tener una referencia de cuál será su evolución.

Es bien sabido que lo habitual a partir de ese momento es que empiece a perder peso. Suena peligroso, suena a error que deba solucionarse, pero es algo prácticamente inevitable y normal que pronto se soluciona (si todo va bien).

Ahora bien, la pérdida de peso tiene un límite y debemos estar atentos de que la situación se revierta, así que hoy vamos a tratar de dar respuesta a dos preguntas al respecto: ¿Por qué pierden peso los bebés y cuánto pueden llegar a perder?

¿Por qué pierden peso?

Hay tres razones principales por las que los bebés, pese a ser alimentados a demanda desde que nacen, pierden peso:

  • La expulsión del meconio: pasadas unas horas desde que nacen los bebés expulsan su primera caca, el meconio, una sustancia viscosa, oscura, pegajosa y hasta podría decir que difícil de limpiar, resultado de todo lo que el bebé ha ido tragando durante el embarazo. En realidad, las siguientes cacas también serán de un aspecto similar, así que se calcula que el bebé viene con 90 gramos de meconio en sus intestinos que claro, al eliminarlos, hacen bajar el peso del bebé.
  • Los bebés también orinan: pues sí. No solo hacen caca, sino también pipi, y no solo una vez, sino varias al día. Mediante la orina, y quizás a través del sudor, pierden líquido y peso.
  • Aún comen poco: En el vientre de mamá recibía "alimento" constantemente a través del cordón umbilical, pero una vez nace eso se acaba. El bebé está consumiendo energía solo por el hecho de vivir. Aunque apenas se mueva, aunque duerma, su cuerpo necesita energía, y al principio no comen demasiado. Si el bebé es amamantado estará tomando calostro, que es una sustancia muy importante para el bebé por su composición, pero que le llega en poca cantidad. No es un error, debe ser así. El estómago del bebé está recibiendo alimento por primera vez y en el momento de nacer empieza a colonizarse con la flora que recibe en sus primeros contactos con el exterior y que le ayudarán a digerir lo que coma. Al principio tiene que comer poco (pero a demanda, la naturaleza ya se encarga de ello). Si está tomando leche artificial no tendrá calostro, pero la norma es la misma: un recién nacido no puede tomar más de 10 ml por toma el primer día, así que no será suficiente para evitar la pérdida de peso.

¿Cuánto peso pierden?

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Esta es una pregunta difícil de responder, porque algunos pierden muy poco y otros mucho. No hay una única respuesta, así que tenemos que hablar de un rango, un porcentaje de peso que se considera normal. El problema es que aún no se sabe cuánto es ese porcentaje.

Se suele decir que lo normal es que pierdan entre un 5% y un 7% del peso de recién nacido, aceptándose como límite un máximo del 10% (si nace con 3,200 Kg, que pierda 320 gramos). Algo así como "en el momento en que llegue al 7% debemos poner especial atención para evitar que llegue al 10%. Si llega al 10% es que no lo hemos sabido resolver". Es decir, habría que intentar no llegar a ese 10%, porque si llegamos entonces hay que correr. Vamos, solucionarlo sí o sí. No podemos hacer pruebas y encontrarnos con que al volver a pesarlo ha llegado ya al 11% o 12%.

¿Que por qué digo que no se sabe bien cuál es ese porcentaje? Pues porque recientemente se ha realizado una nueva revisión de estudios sobre este tema y no se puede decir que la conclusión sea clara. Hablo de un análisis de estudios en los que se valora el peso de los bebés nacidos a término, sanos y alimentados de forma exclusiva con leche materna.

En dicha revisión vieron que la pérdida de peso promedio de estos bebés varió entre un 3,79% y un 8,6%, y que el punto en el que la mayoría de los niños habían perdido el mayor peso se produjo entre los 2 y los 4 días después del nacimiento. A partir de ese momento empezaban a ganar peso.

Sin embargo, evidenciaron defectos metodológicos significativos en la investigación: lagunas en la recopilación de datos, falta de documentación del tipo de alimentación de los bebés, muestra insuficiente de bebés alimentados exclusivamente con lactancia materna, bebés que perdieron más peso que salieron del estudio, etc., y concluyeron que se necesitan estudios clínicos bien diseñados que aborden estas limitaciones.

Vamos, que nuevos estudios bien realizados podrían arrojar cifras diferentes y por eso, a falta de información más fidedigna nos seguiremos moviendo en las cifras que hemos comentado. Una pérdida máxima del 7-8% y a partir de ese momento actuar para no sobrepasar el límite, la línea roja, que supone perder un 10% del peso.

¿Actuar? ¿Darle biberón?

Actuar es hacer una valoración y seguimiento urgente y a conciencia. Valorar la toma para ver si hay un problema de posición (mala posición, dolor al mamar, grietas en la madre, pezón que queda deformado tras la toma, etc.). Ver cómo mama el bebé, qué hace, si se duerme enseguida, si tras dormirse enseguida pide otra vez llorando o descansa un rato, si está haciendo caca, de qué color es la caca, si el bebé tiene un frenillo sublingual o retrognatia, si la madre puede tener algún problema hormonal que esté afectando a su producción, si le está dando a demanda, de manera frecuente, si el parto fue bien, si tuvo alguna hemorragia, si fue por cesárea y hubo separación, si le han dado chupete, si le han dado algún biberón, si...

Y en base a todos esos datos, actuar. Promoviendo quizás la extracción de leche para aumentar la producción y suplementar al bebé con jeringa, dándole quizás leche artificial, también con jeringa, para evitar que siga perdiendo peso mientras se buscan soluciones, etc. Lo que haga falta para conseguir que el bebé gane peso mientras se ayuda a la madre a dar el pecho, si es lo que quiere.

Foto | iStock, Thinkstock
En Bebés y más | Los primeros días con el bebé: el peso y la talla al nacer, Pérdida fisiológica, Cómo saber si el bebé toma suficiente leche materna: el peso

¿Cómo es la piel del recién nacido?

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Cuidados de la piel del bebé

La piel es el mayor órgano del cuerpo humano y cuando esperamos un bebé tenemos ganas de saber como será su aspecto. A menudo nos preguntamos, ¿cómo es la piel del recién nacido? Más allá del color existen ciertas características a las que nos vamos a aproximar para saber un poco más de su delicada dermis.

Nada más nacer, la piel del bebé está recubierta de una sustancia sebácea denominada vérnix caseosa, cuya función en el interior del útero era proteger la delicada piel del bebé. Esta función puede continuar unas horas más cuando el bebé ha nacido, pero en el hospital suelen limpiarlo.

Su piel suele estar arrugada al haber estado nueve meses en contacto con el líquido amniótico y como no ha recibido la luz directa, su piel aparece con un color rojizo o amoratado mientras se aclimata a su nuevo mundo. Antes de que el bebé respire por primera vez con ese llanto inicial la piel se oscurece.

Los primeros días, además, como le afectan tanto los cambios de temperatura (es uno de los principales cambios a los que se enfrenta el recién nacido), podrás ver que cambia su piel si es expuesto a una temperatura ambiental baja, tornando a esos tonos rojizos o azulados. Hacia el segundo o tercer día de vida del bebé, la piel se aclara un poco y puede volverse seca y escamosa, como veremos más abajo.

Es importante que el bebé no pierda temperatura y su piel se enfríe, colocándole un gorrito y sobre todo estando en contacto con el cuerpo de la madre, piel con piel, para transmitirle nuestro calor, nuestro olor, nuestro tacto.

Otra de las características que presenta la piel de muchos recién nacidos es la presencia de lanugo, un vello fino y suave que puede recubrir el cuero cabelludo, la frente, las mejillas, los hombros y la espalda. Es más frecuente en bebés prematuros y debe desaparecer en las primeras semanas de vida del bebé.

Dependiendo del tiempo de gestación, también pueden observarse otras diferencias en la dermis del bebé. Los bebés prematuros tienen la piel delgada y transparente, mientras que la piel de un bebé a término es más gruesa. En cualquier caso, la piel de una persona adulta es bastante más gruesa.

Debido a su fineza y a que la relación de la superficie corporal con respecto al peso es mayor que en los adultos, la piel del bebé tiene mayor permeabilidad a muchas sustancias que podrían ser perjudiciales y al efecto del sol, por eso hay que cuidar la piel y protegerla especialmente.

Los mecanismos defensivos poco desarrollados y las características especiales de acidez de la dermis del bebé hace que esté más expuesto a agentes infecciosos.

Crema para la zona del pañal

Alteraciones frecuentes en la piel del recién nacido

  • Es normal y frecuente la descamación de la piel del bebé, fisiológica. Se produce sobre todo en muñecas, dorsos de manos y pies, rodillas y en algunos casos en tórax. Podemos utilizar un poco de loción o de aceite específicos para hidratar la dermis, teniendo en cuenta que no hay que abusar de los productos cosméticos para el bebé.

  • La ictericia sucede cuando la piel del bebé se pone amarilla como resultado de la no eliminación adecuada de la bilirrubina. También se produce una coloración de los ojos y se produce en bastantes recién nacidos a partir de las 48 horas de vida y se reduce gracias a la fototerapia. Es un proceso transitorio y normal que suele desparecer tras unos diez días, más frecuente en niños prematuros.

  • Milium son unos granitos blancos que aparecen en el rostro del recién nacido. Se trata de pequeños quistes de grasa que pueden aparecer solos o agrupados en la zona de la frente, mejillas, nariz y barbilla. Estos granitos, que no hay que apretar ni intentar quitar, desaparecen de forma espontánea entre el mes y los tres meses e vida.

  • El eritema tóxico alérgico o urticaria del recién nacido son granitos rojos, similares a habones, que desaparecen a lo largo de la primera semana. Se trata de un sarpullido común y benigno.

  • Los angiomas planos o nevos simples, unas manchas rojizas (también conocidas como "el beso del ángel" y la "picadura de la cigüeña"), que aparecen en la nariz, párpados o nuca y que desaparecen hacia los seis meses o más adelante si están muy marcadas. Son capilares sanguíneos dilatados y congestionados que se marcan mucho al estar muy cerca de la superficie.

Esperamos con este resumen haber conocido un poco más cómo es la piel del recién nacido, sus características y sus alteraciones más frecuentes. Ahora solo tenemos que esperar para ver también si será un bebé morenito o de piel clara.

Fotos | Lisa Rosario en Flckr-CC y Thinkstock
En Bebés y más | Diez alteraciones en la piel del recién nacido, Cinco consejos para cuidar la piel del recién nacido, ¿Productos cosméticos para la piel del bebé? Los imprescindibles

Cuando tu bebé nazca es mejor que lo bañes tú (o podrían hacerle esto)

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Bebe Llorando

Dicen algunos profesionales de la psicología que el nacimiento es uno de los acontecimientos que más puede llegar a marcar la personalidad de una persona, y supongo que lo dicen porque desde siempre hemos tratado bastante mal a los bebés al nacer.

Corre por Facebook un vídeo en el que una enfermera está bañando a un recién nacido que demuestra que aún tienen que cambiar muchas cosas en el trato y cuidado de los recién nacidos y que lo más recomendable, ya que el bebé es tuyo, es que cuando nazca seas tú quien lo bañe (o le podría pasar esto que muestro en el vídeo):

"¡Hora del baño!"

No se ve en el vídeo, pero es así como imagino esta escena. El bebé está durmieno plácidamente en su cunita, o en los brazos de sus padres, y la enfermera llega para decirles "¡Hora del baño!", porque mira, en ese momento ha decidido que toca bañar al bebé de la habitación 12. Bien podría haberles dicho a los padres "avisadme cuando esté despierto y tranquilo", pero no, da igual, es en ese momento cuando tiene tiempo para hacerlo y lo demás sobra.

Dice el padre que si puede acompañarle, que le gustaría grabar en vídeo el primer baño de su bebé, y la enfermera accede. Y entonces sucede lo siguiente:

Tristemente, ésto sucede una y otra vez en muchos hospitales..... El personal de los cuneros, frecuentemente ha perdido la delicadeza y el respeto hacia los seres recién llegados que están afrontando mil y una adaptaciones.......

Posted by Nacer en Plenitud - Parto Natural on Viernes, 5 de diciembre de 2014

Al final le visten y le llevan de nuevo a la habitación, donde su madre pregunta "¿Qué tal, cómo ha ido?", a lo que el padre responde lo mismo que la enfermera le ha comentado: "Uy, qué carácter tiene nuestro hijo... ya me ha dicho la enfermera que va a ser de armas tomar".

Pero no, no es una cuestión de carácter, sino simplemente de tratar a un bebé como si estuviéramos lavando un trozo de carne, o la lechuga que después nos comeremos. Y no lo digo por dignidad únicamente, porque el vídeo queda grabado para la posteridad, sino porque el bebé lleva pocas horas en este mundo, esté empezando a conocer el lugar en el que está, está aprendiendo miles de cosas cada minuto y lo último que necesita es un momento de sufrimiento y agonía en el que podría estar sintiendo que se le va la vida.

Pero los bebés lloran

Claro que los bebés lloran. Es su manera de comunicarnos que algo no va bien. Y nosotros somos sus cuidadores y los responsables de proporcionar los cuidados y atenciones necesarios para que dejen de llorar. Vamos, que una cosa es que lloren porque necesitan algo y otra que lloren porque les estamos haciendo algo que no les gusta. Si habláramos de vestirles, momento en que algunos lloran, pues no hay otra, hay que ponerles la ropa porque pueden perder la temperatura y poner su salud en peligro, pero no, estamos hablando de bañarles y, sinceramente, hay maneras mucho más cuidosas y cariñosas de hacerlo.

Para la enfermera es un baño más de los cientos de baños a bebés que hace durante un año. Para ese bebé es su primer baño, su primer contacto con el agua, y no es ese trato el que merece ni necesita.

Dan ganas de no nacer

Hace dos años compartí este vídeo todavía más explícito en el que se ven más maniobras y del que extraje la siguiente conclusión: dan ganas de no nacer.

Las profesionales no tienen mala intención, ni siquiera en el vídeo de arriba, pero tampoco tienen nada de tacto, nada de empatía y nada de amor en el trato hacia los niños. Son una flor que acaba de llegar y lo que necesitan es un trato acorde a su fragilidad física y emocional: cariño, respeto, hacerles sentir seguros y amados, y no como si hubieran acabado de llegar a la jungla (ya tendrán tiempo de descubrir de qué somos capaces los humanos).

De hecho, ni siquiera hace falta bañarles con tanta premura

Estamos hablando de que el baño del recién nacido debería hacerse con más cariño, pero es que en la actualidad ese debate ni siquiera tiene sentido, porque no hay ninguna razón que recomiende que el bebé deba recibir un baño al nacer, más allá de las razones estéticas (que esté guapo o guapa).

Es decir, bañar al bebé no le aporta ningún beneficio y en cambio sí algún perjuicio: se pone en riesgo su estabilidad térmica, porque al mojarlo lo vamos a enfriar, y lo estamos separando innecesariamente de su madre, en un momento en el que es más importante que estén juntos, se huelan, se conozcan, estén en contacto piel con piel, el bebé se coja al pecho, etc.

En la Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal de España, en el apartado dedicado al baño del bebé se concluye lo siguiente:

Se recomienda no bañar rutinariamente al RN en las primeras horas después del nacimiento. Si la madre lo solicitara, el baño sería una opción aceptable siempre que se haya alcanzado la estabilidad térmica del neonato y sin interferir en el tiempo recomendado de contacto piel con piel.

¿Y cuándo se le baña entonces?

Bebe

Pues como he dicho al principio, en algún momento del día que nace, o del día siguiente, o del siguiente. Da igual. En un momento en el que el bebé esté tranquilo y la madre y el padre quieran bañarle. Y que lo ideal es que lo hagan ellos, sus padres. Porque es su hijo, porque si no saben tienen que aprender, y porque es recomendable para su confianza a la hora de cuidar al bebé, para sentirse cada vez más capaces.

En el hospital en que nacieron mis hijos a los niños se los llevaban para bañarles, al menos así lo hacían cuando nació el tercero, y mi mujer lo tuvo claro: "A mi hijo lo baño yo, que para eso soy su madre". Mientras se llevaban a los bebés de otras madres (como hemos permitido muchos padres primerizos), ella dijo que ni hablar, que no lo separaban de ella por ese motivo. Y cuando vinieron para llevárselo ya era tarde. Ella ya lo había bañado.

Otra manera de hacerlo

Si la enfermera insiste en bañarle nos podemos negar, claro, que el bebé es nuestro, pero si somos los padres los que queremos que le bañen porque para nosotros es una prioridad que esté limpio, debemos saber que hay otra manera de hacerlo. Una enfermera se hizo famosa hace unos años al demostrar que podía meter a los bebés debajo del grifo y lograr que se sintieran tranquilos, confiados y bien tratados:

Ahora comparad esto con lo del primer y segundo vídeos. Los bebés parecen vivirlo de un modo algo diferente, ¿no?

Vídeo | Facebook
Foto | iStock
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Cuando nazca tu bebé, que no os separen

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En los últimos años estamos asistiendo a una auténtica revolución en lo que a trato hacia el recién nacido se refiere, y es que se está luchando y logrando, en muchos casos, que la madre y el bebé estén juntos desde el mismo instante de nacer. En muchos hospitales ya se hace, pero aún faltan muchos otros en los que no: el bebé nace, por parto vaginal o cesárea, y se separa de su madre, cuando lo más recomendable es que esto no suceda.

Para que sepáis por qué se hace, por qué es lo ideal, os explicamos hoy el porqué de este título, por qué de esta indicación: cuando nazca tu bebé, que no os separen.

Porque así mantiene la temperatura

Uno de los episodios más críticos del nacimiento de los bebés es el momento en que su temperatura corporal pasa del calorcito en el vientre de mamá a una temperatura exterior mucho menor. Los bebés no tienen apenas grasa y eso les hace conservar muy mal la temperatura. Si pasan frío, si pierden calor, tienen que gastar energía para revertir la situación y eso les hace quemar glucosa, hace que pierdan más peso, y los pone a riesgo de que hagan lo que conocemos como "bajadas de azúcar".

Se ha visto que un bebé desnudo en contacto piel con piel con su madre (tapado, obviamente) mantiene mejor la temperatura que uno que está vestido y abrigado en una cuna, porque el pecho de la madre tiene la capacidad de aumentar la temperatura por encima de su propia temperatura corporal para calentar al bebé.

Porque así el bebé está más tranquilo

El carácter de una persona, de un bebé, tiene mucho que ver con la herencia genética, pero tiene mucho que ver también con lo que le sucede en sus primeros minutos en el mundo. No es lo mismo llegar sin motivos para llorar que llegar y empezar a sufrir porque es separado de su madre y empieza a sentir miedo y estrés.

Los bebés que son separados duermen más intranquilos y están más activos, menos relajados, cuando lo que necesita un bebé es todo lo contrario: sentirse seguro, dormir tranquilo y dedicarse a comer, crecer y descansar. Un recién nacido es demasiado pequeño para tener que andar preocupándose por su supervivencia.

Porque la lactancia se instaura mejor

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¿Nunca os habéis preguntado cómo es posible que sigamos existiendo con la de problemas que tienen muchas mujeres con la lactancia? Son tantas las que acaban por no amamantar que da que pensar si no nos deberíamos haber extinguido ya. Porque ahora hay leche artificial, pero esto es de hace un siglo. Si miramos atrás no había alternativa mínimamente saludable (bueno, sí, le daba el pecho otra mujer).

El caso es que la sorpresa fue mayúscula cuando nos dimos cuenta de que la culpa de que muchos bebés no se cogieran bien al pecho era nuestra, del hombre, de los protocolos que decían que al bebé había que separarlo de su madre un ratín para lavarlo, pesarlo, etc. Al no separar a la madre del bebé la lactancia se instaura mejor, hay menos problemas de grietas y dolor y el bebé acaba mamando por más tiempo.

Esto sucede porque cuando los bebés pueden mamar al nacer crean una impronta oral adecuada: los bebés tienden a “memorizar” lo que les entra en la boca por primera vez para saber cómo tiene que hacer para comer y succionar. Si entra otra cosa (un chupete, un biberón, un dedito, una sonda,...) y los bebés tratan de hacer su esquema de succión en base a aquello que ha sustituido al pecho en un primer contacto, hay un riesgo claro de que luego no se cojan bien al pecho. Además, la energía con la que nacen no es la misma que tienen dos horas después de nacer, cuando ya están cansados y deciden dormir. Por eso no hay que separar a los niños si no es estrictamente necesario.

Porque el vínculo afectivo no se ve alterado en ningún momento

Por supuesto que una madre va a querer a su bebé tanto si lo separan como si no lo hacen, porque esto es, además de instintivo, racional, pero se ha visto que las madres que no son separadas de sus bebés tienden a ser más cariñosas que las que sí han sido separadas.

En el mundo animal también sucede: hay especies que rechazan a sus crías si se las separa y si, al lavarlas, se les quita su olor. Pues en el mundo humano pasa algo similar, a otra escala. Las madres que no se separan de sus hijos hacen más caricias a los niños durante las tomas y tienen más momentos de contacto visual, y esto es positivo para los dos.

Porque se disminuye el riesgo de infecciones y se mejora la contaminación del bebé

Como explicamos hace un tiempo, lo ideal para un bebé es contaminarse de las bacterias y microorganismos de su madre, y por eso es importante que el bebé pase por cuantas menos manos, mejor. Es decir, que si en vez de ir al pecho de su madre va a otro sitio, parte de la "contaminación" se sustituye por la de las manos, personas y ambiente hospitalario del entorno.

Además, por estar con mamá, disminuye la posibilidad de que el bebé sufra infecciones por iatrogenia, que son aquellas que suceden por no estar el bebé donde debe permanecer, con su madre, y sí con otros bebés alrededor, en manos de profesionales que cogen y cuidan a otros bebés, etc.

Fotos | iStock
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Las 11 cosas que los padres primerizos aprenden en los primeros días

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Cuando una pareja tiene un bebé ella se convierte en madre y él en padre (oficialmente hablando), y es entonces cuando empiezan a ejercer como tal y a aprender, sobre la marcha, cómo se hace eso de criar y alimentar a un bebé. Es posible que antes del parto se hayan informado, hayan leído y hayan recibido un montón de consejos, pero eso no quita que enseguida aprendan muchas más cosas cuando están en el ajo que por todo lo que les han comentado.

Si ya tienes a tu bebé es probable que esto sirva para recordarte lo que pasó. Si estáis esperando un bebé, quizás recordéis estas palabras cuando ya lo tengáis con vosotros: las 11 cosas que los padres primerizos aprenden en los primeros días.

1. Tu bebé no es normal

Porque te dijeron que los bebés lo que hacen es comer y dormir, comer y dormir, y que no hacen nada más que eso, pero el tuyo come, se retuerce, se tira un pedete, come, hace caca, come, duerme, llora, come y se duerme. Así, todo seguido, sin pausas. Vamos, que el proceso que llevas a cabo cada vez que se despierta es bastante más largo y cansado que alimentarle y ver cómo cierra los ojos. Y no sólo eso, es que lo sacas a la calle y en el cochecito llora, cuando te dijeron que se dormían como lirones, y lo montas en el coche, allí donde no hay bebé que resista despierto, y el tuyo no llora, grita un "¡que me saquéis de aquí!" que se entiende perfectamente.

2. Nada sucede como te dijeron que sucedería

Si te dicen que darle la teta es muy sacrificado y seguramente te irá mal, te va estupendo. Si te dicen que dar la teta es muy fácil, te saldrán unas grietas enormes y te dolerá como si tuviera dientes. Si te dicen que los bebés duermen fatal, el tuyo dormirá tan bien que te preguntarás si respira, y si te dicen que duermen toda la noche, el tuyo hará exactamente lo contrario... lo que haga falta para que sientas que tienes un hijo al que le pasa algo y que tú, como madre o padre, no sirves para nada.

3. Nadie se pone de acuerdo en nada

Los libros que no los cojas en brazos, la vecina que sí. La panadera que le dejes llorar, el pediatra que no. El enfermero que le vacunes, la cajera del súper que no. Tu madre que no lo bañes cada día, tu suegra que sí, por Dios. Y así con todo...

4. A las nueve de la noche te darás cuenta de que aún está todo por hacer

Y quizás a las diez. Se hará de noche, oscurecerá, y verás que nada ha cambiado desde las ocho de la mañana. De nada ha servido todas las veces que le has alimentado y cambiado porque tienes que repetirlo una y otra vez (que si aún pudieras hacerlo cinco veces seguidas y luego ya ninguna más hasta el día siguiente vale, pero es que siempre es un volver a empezar). Y te da la noche y la casa está ahí, esperándoos, que tenéis unas ganas locas de meteros en la cama y ni os habéis duchado, ni habéis cenado, ni probablemente haya platos limpios donde poner la cena.

5. A los bebés les encanta manchar los pañales limpios

Una de tantas manías que tienen los bebés. Les cambias el pañal porque llevan un montón de rato con el mismo y dices "mira que me he esperado por si tenías caca, pero como no la haces, pues te lo cambio ya", y a los 2 ó 3 minutos, su culito detecta que es un pañal limpio y entonces se hace caca.

Pero esto solo lo hacen si después del pañal le pones los botones del body, le subes el pantalón y le pones bien el resto de ropa. Una vez dices "ya estás listo", cagan. Si lo cambias de pañal pero te esperas a que haga caca sin acabar de vestirle no lo hará.

6. Las ojeras son imposibles de disimular

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Ni maquillaje ni nada. Todos sabrán enseguida que has tenido un bebé hace poco, tanto si eres madre como si eres padre. No hay manera de disimular el sueño, ni las ojeras, ni la palidez cutánea. De todas maneras llega un momento en el que ya no te importa demasiado, básicamente porque sales a la calle y vas en modo zombie, caminando sin saber muy bien hacia dónde te diriges y sin mirar con quién te cruzas, así que no te preocupes mucho...

7. Cada día llegas al trabajo con manchas de leche en tus hombros

Los papás, sobre todo los papás. Porque antes de irte lo coges en brazos para que ella haga el último pis y la última caca antes de quedarse sola con el bebé, que se lave los dientes y todo aquello que sabe que no podrá hacer hasta que vuelvas. Pues lo coges y claro, escupitajo de leche pa'l hombro. A veces te das cuenta y te cambias, y a veces no. Con el tiempo deja de importarte, aunque a la hora de escoger la ropa debes tener en cuenta que cuanto más oscura sea la camiseta o camisa más grande será la mancha.

8. Los bebés duermen mejor por el día que por la noche

"Creo que mi bebé tiene el sueño cambiao", dicen los padres recientes. Pues sí, cambiado con respecto al vuestro, pero normal en el caso del bebé. No me preguntéis por qué, pero quizás sea por supervivencia. Por la noche los peligros acechan (al menos en la selva, donde los bebés suponen que vivimos porque no saben si nacen en España o en medio del África), así que un bebé que se despierta a menudo tiene a un cuidador que también se despierta a menudo, y esto es mucho más seguro para él que unos padres que duermen a pierna suelta toda la noche: que viene el león y se lo lleva sin que se den cuenta.

Y si no es por eso, pues será porque es lo que hacían en la barriga, que por la noche no paraban y por el día estaban más tranquilos porque estaban en movimiento y con más ruido en general.

9. Todo el mundo quiere aconsejarte porque saben más que tú

Esto también pasa, que ven que el bebé es pequeño y entonces os ven la cara de pardillos y te aconsejan por todas partes. Vamos, que te ven de lejos, a dos o tres calles, y se detienen como olisqueando, entrecierran los ojos y cuando se dan cuenta de que el bebé está tiernecito echan a correr como si perdieran el bus. Con las bolsas y todo, con el carro de la compra, con lo que lleven. Corren como una exhalación para llegar hasta donde estás y decirte, entre jadeos, arreglándose el pelo y retirando las gotas de sudor algo tan importante como "lo abrigas demasiado", "este niño pasa hambre", "no lo cojas en brazos" o "te está tomando el pelo" o "dale algo frío, que son dientes".

10. La desconexión con el mundo es total

Poco a poco te das cuenta de que tener un bebé te conecta con ti mismo, con tu esencia, con tu naturaleza, con tus raíces más mamíferas, animales, humanas... con tus orígenes, pero te desconecta de todo lo demás. Cuando vuelvas a ver a tus amistades te darás cuenta de que no tienes ni idea de a qué pacto han llegado los partidos políticos (probablemente no sepas ni quién gobierna y te des cuenta de que hubo otras elecciones generales un par de semanas antes), que no has visto ninguna de las series que explican, ni ninguna de las películas de cine que recomiendan y que ya no tienes apenas tema de conversación en común, porque ellos no tienen bebés.

En ese momento dejas de quedar con ellos porque ves que estás en diferente momento vital y tratas de acercarte a otras madres y padres, por aquello de poder hablar de noches, cansancio, manchas, llantos, cacas, etc. y no de esa vida tan "absurda" que tenías antes en la que te enterabas de lo que pasaba en el mundo y hablabas con personas.

11. A decir "que les den a todos por culo que lo haré a mi manera"

Pues sí. Cuando ya han aprendido unas cuantas cosas los padres primerizos acaban por aprender a decirse a sí mismos "que les den a todos por culo", porque al final entre todos te marean, y de tanto intentar cosas el niño anda también mareado perdido y llorando aún más.

Pues lo hacen como consideran mejor y como ven que al bebé le va mejor y santas pascuas. Este es el momento en el que pasan de padres novatos a padres. Es decir, el momento en que te quitan la "L" porque ya eres capaz de tomar tus propias decisiones con convicción. El momento en que te das cuenta de que quien mejor sabe lo que necesita y lo que no, es tu bebé.

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Protege a tu bebé de las infecciones respiratorias

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Enfermedades respiratorias bebés

El frío ha llegado tarde este año pero aún se quedará con nosotros un tiempo. Con el frío, aumentan las enfermedades respiratorias y los niños están muy expuestos. Cuanto más pequeños son, más vulnerables, por lo que hoy vamos a ofrecer consejos para proteger al bebé de las infecciones respiratorias.

Las infecciones de las vías respiratorias bajas, causadas por virus o bacterias, son la principal causa de enfermedad y mortalidad en los niños. Dentro de este grupo se destacan la neumonía, que puede afectar a los niños a cualquier edad y la bronquiolitis, que es mucho más frecuente en los menores de un año, sobre todo entre los dos y los seis meses.

Otras enfermedades respiratorias son la bronquitis, pulmonía y la influenza o gripe. Entre las infecciones respiratorias bacterianas se encuentran: tosferina, amigdalitis, bronconeumonía, meningitis bacteriana y sinusitis.

Durante el primer año de edad el bebé es más susceptible de sufrir estas infecciones, ya que su sistema inmunológico no ha madurado aún y aumentan las posibilidades de contagio.

Para prevenir la propagación de estas enfermedades respiratorias (y otras enfermedades) se recomienda tener buenos hábitos de higiene en los contactos del recién nacido:

Bebé enfermo
  • Cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo desechable al toser o estornudar. Depositar el pañuelo desechable usado en el cesto de la basura.

  • Toser o estornudar en la parte superior del brazo o en el codo, no en las manos, si no se tiene un pañuelo desechable.

  • Lavarse bien las manos con agua y jabón a menudo por lo menos durante 40 segundos. Es especialmente importante este hábito después del cambio de pañal o de ir al baño, a la hora de preparar comida... Cualquier persona que vaya a tener contacto con el bebé debería tener las manos limpias.

  • Usar un desinfectante de manos a base de alcohol si no se dispone de agua y jabón.

  • Mantén al recién nacido, en la medida de lo posible, alejado de las personas que estén resfriadas o tosan.

  • Ventila adecuadamente el hogar.

  • Mantén el ambiente del hogar libre de humos y que el bebé no esté junto a personas fumadoras.

  • Evita compartir chupetes, biberones, juguetes y otros utensilios con otros bebés u otros miembros de la familia.

Además de estos hábitos higiénicos, conviene evitar los cambios bruscos de temperatura, hay que procurar que el bebé esté bien abrigado, llevar al día las vacunas, seguir con la lactancia materna para aumentar sus defensas...

Finalmente, recordemos que las infecciones respiratorias se pueden tratar pero si las dejamos pasar, no les damos importancia y no acudimos al pediatra, pueden causar complicaciones graves en los pequeños. Esperamos que estas medidas de higiene protejan al bebé de las infecciones respiratorias y acabemos el invierno sin ningún susto.

Fotos | iStock
En Bebés y más | Consejos para evitar enfermedades respiratorias en los niños, ¿Se puede prevenir? Higiene contra las infecciones en los niños

¿Curar el cordón umbilical con leche materna? Podría ser la mejor solución

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Cura del cordón

Cuando el bebé nace y es separado de la placenta queda con un trocito de cordón umbilical que poco a poco debe secarse, momificarse, para finalmente caer. Es un proceso que dura unos 7 a 10 días que, por norma general no genera mayores contratiempos, pero que en ocasiones se complica si se produce una infección del cordón, más conocida como onfalitis.

En el primer mundo no es un problema mayor, porque tenemos tratamientos para tratar dichas infecciones (es peligroso, ojo, y hay que acudir al hospital urgentemente, pero tenemos antibióticos). Sin embargo, en los países pobres se calcula que afecta a entre 55 y 197 por cada 1.000 nacidos vivos, siendo en muchas ocasiones mortal, y sobre todo para ellos es de máxima utilidad conocer cuál es el mejor método para curar el ombligo del bebé.

Pues bien, hasta la fecha se consideraba que una de las mejores maneras era mantenerlo limpio y seco, o en todo caso aplicar algún tipo de antiséptico como hacemos en España (alcohol de 70º), y ahora un estudio abre la puerta a un método que de primeras nos suena a todos muy raro pero que podría ser la mejor solución: curar el cordón con leche materna.

El cuidado normal del cordón umbilical

Y digo normal porque es el que se considera habitual, la recomendación actual. Según una revisión de estudios realizada por la OMS en 2004, en que se incluyeron 22 estudios con 8.959 bebés, vieron que era indiferente cómo se curara el ombligo al comparar el uso de antiséptico con el cuidado del cordón con agua y manteniéndolo seco.

Vamos, que aquellos padres que no hicieron nada más que mantener el cordón del bebé limpio y seco tuvieron el mismo pronóstico (el mismo número de infecciones de cordón en el bebé) que aquellos que lo curaron con antiséptico o con algún placebo.

Ante esta evidencia, y viendo que otros estudios asocian el uso de antiséptico con un mayor tiempo de espera hasta la caída (parece que tarda más días en caer), se sugirió que no se hiciera nada en particular con el cordón más allá de mantenerlo limpio y seco, recomendando el uso de antiséptico en aquellos lugares donde el riesgo de infección bacteriana fuera alto (poca higiene, mala alimentación, etc.).

Es decir, que parece que lo estamos haciendo al revés: donde no hace falta el antiséptico lo utilizamos y allí donde haría falta probablemente no lo usen porque no los tienen.

¿Qué otros métodos utilizan?

Así que para saber qué hacer en los países donde las onfalitis son más peligrosas, investigadores de El Cairo han llevado a cabo un estudio, primero para saber qué métodos se llegan a utilizar de manera tradicional para curar el cordón de los bebés y luego ver si el que en teoría podría parecer útil, la leche materna, es efectivo.

Pues bien, vieron que por transmisión popular se usa: agua con un paño caliente, agua y jabón, mantequilla, aceite de cocinar, aceite de oliva, alcohol, polvos de seda (similar al talco), leche materna, aceite de alcanfor, una venda sobre el ombligo, violeta de genciana, solución yodada y agua normal, y decidieron comparar el que se supone que es el mejor método (que el cordón esté limpio y seco) con la aplicación de leche materna.

Así, hicieron dos grupos de mujeres, con sus respectivos bebés, a las que se les enseñó cómo curar el cordón de sus bebés una vez nacieran. A las que debían mantenerlo limpio y seco les explicaron que lo revisaran tres veces al día y al cambiar el pañal, y que si estaba limpio y seco no tenían que hacer nada, pero que si en algún momento lo veían sucio o había orina o heces, entonces tenían que limpiarlo bien con gasas de algodón con agua estéril para que no quedaran restos y después con otra gasa secarlo bien. Asimismo, dejar el pañal doblado hacia abajo para que le diera el aire y no quedara nunca húmedo.

A las que tenían que curarlo con leche materna les explicaron que tenían que lavarse las manos antes de extraerse leche y que lo único que tenían que conseguir era que salieran entre 4 y 6 gotas de calostro o leche materna para aplicar al cordón del bebé. Luego tenían que esperar a que se secara y finalmente dejar el pañal también doblado hacia abajo. Lo hicieron desde las 4 horas de nacidos sus bebés, tres veces al día, hasta dos días después de que se hubiera caído el cordón.

¿Y qué vieron?

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Al comparar el uso de calostro y leche materna (cuando el calostro pasa a leche materna en el momento en que sube la leche) con el que se considera el mejor método para curar el cordón del bebé, que es mantenerlo limpio y seco, vieron que:

  • A los bebés que se les había curado el cordón con leche materna se les cayó, de media, a los 4,2 días, mientras que a los otros se les cayó, de media, a los 7,12 días.
  • A los bebés que se les había curado con leche materna les sangró el cordón (ya sabéis que es normal que sangre un poquito, alguna gotita de sangre, en algún momento) 1,28 días de media tras la caída, mientras que a los otros les sangró una media de 3,38 días más.
  • A los bebés que se les había curado con leche materna se les vio secreciones en el cordón (a veces manchan un poco de secreción que no tiene mal olor) 1,88 días de medía tras la caída, mientras que a los otros fue durante 2,18 días de media: en este caso, la diferencia no se consideró significativa.
  • A la hora de analizar las muestras de cordón de los bebés, las diferencias no fueron demasiado significativas, hallándose Staphylococcus Epidermises en casi todas las muestras de cordón (es normal) en los dos grupos, y el doble de casos (4% vs 2% de los niños) de Staphylococcus aureus en los cordones de los padres que debían mantenerlo limpio y seco. Otros estudios comparando estas intervenciones parecen mostrar más diferencias, dejando en peor lugar la intervención de la cura con agua estéril en caso de ver el cordón sucio.

¿Cómo es posible?

Según leemos en la propia introducción del estudio, los investigadores se basaron en la hipótesis de que la leche humana contiene grandes cantidades de anticuerpos de IgA, que parecen tener un efecto preventivo sobre infecciones de la piel. Además, la leche materna tiene efectos antibacteriales y antivirales que pueden ayudar mucho a nivel tópico. Por otro lado, contiene dos clases de los principales factores de crecimiento muscular, que promueven la reparación de cartílagos y la cicatrización de heridas (recordad que es un gran método para tratar los eccemas de la piel atópica).

Por todo ello, y otras posibles propiedades, la aplicación sobre el cordón puede ayudar a evitar sustancias patógenas y ayudar a una momificación más rápida, que provoque una caída temprana del cordón, disminuyendo en consecuencia el riesgo de infección, ya que cuanto antes cae, menores son las probabilidades de que se infecte.

Por cierto, decir que la mención a este estudio la he visto en la página de Facebook del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría.

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Las cuatro razones por las que no deberías usar bastoncillos para las orejas de tu bebé

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Oido

Una de las dudas de los padres recientes cuando acaban de bañar a sus bebés es la relativa al cuidado y la higiene de los oídos, porque hay veces en que ven pielecitas muertas en la oreja y cera saliendo del oído. En las tiendas no venden nada concreto para limpiarlo más allá de los típicos bastoncitos y muchos padres han oído que es mejor no hacer nada.

Sin embargo, les da cosilla llevar a los niños así, con esa cera ahí pegada, asomando, y muchos acaban haciendo uso de ellos, de los bastoncillos. Por eso hoy os dejamos con las cuatro razones por las que no deberías usar bastoncillos para las orejas de tu bebé.

1. Con los bastoncitos la cera puede irse hacia adentro

Mirad el conducto auditivo de vuestros bebés o de vuestros hijos. Es diminuto, ¿verdad? Eso quiere decir que si metéis un bastoncito para limpiar las orejas no podéis hacer mucho más que empujar la cera hacia adentro.

Esto provoca que se vaya quedando al final, que se vaya compactando, y que todo acabe en un tapón de cera que además de molesto para el niño, es relativamente complicado de extraer.

2. Que le hagas daño

Otra de las posibilidades es que le hagas daño de algún modo. Que lo introduzcas más de lo que querías y dañes el conducto del niño, o que se mueva bruscamente y esto le provoque alguna lesión.

3. Que quede afectada la piel del conducto auditivo

La cera es una secreción que se produce en el oído que tiene como misión protegerlo de sustancias que puedan entrar, e incluso de insectos. A medida que se va produciendo se va expulsando hacia el exterior y es ahí donde debe limpiarse, cuando la vemos fuera.

Si metemos bastoncitos la piel del conducto auditivo puede descamarse, sentirlo como una "agresión" y empezar a producir más cera para defenderse. Esto, obviamente, sería un problema mayor: meter un bastoncito para quitar la cera y ver que en vez de tener menos, con el tiempo tiene más.

4. Que aprendan que eso es para los oídos

¿Qué hacen los niños cuando ven un móvil? Ponérselo en la oreja y hacer que hablan. ¿Qué hacen cuando ven un peine? Tratar de peinarse. ¿Qué harán entonces cuando cojan un bastoncito de los que usamos para las orejas? Metérselo en el oído.

Uno de los grandes peligros es que aprendan que se utilizan para los oídos, que sepan que hay que meterlos dentro y que ellos mismos lo hagan. Ellos no saben qué están haciendo, no saben hasta dónde pueden o no meterlos y no saben que ahí dentro hay una estructura muy importante y relativamente frágil que se llama tímpano, que es mejor no tocar. Así que, como no lo saben, son capaces de hacerse mucho daño.

Entonces, ¿cómo le limpio a mi hijo los oídos?

Pues como dijimos hace un año: con el codo. O sea, de ninguna manera. Los oídos no se limpian porque para eso está la cera.

Lo único que tenemos que hacer es dejar que les caiga un poco de agua en la ducha por la cabeza, para que de paso entre y salga un poco por el oído. Entonces, cuando les secamos la cabeza, con la misma toalla secamos las orejas y un poco la salida del oído hasta donde nos permita el grueso de la toalla y nuestro dedo, o sea, casi nada. Así limpiamos lo que haya podido salir y no le hacemos daño innecesariamente.

Foto | Rumpleteaser en Flickr
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Las 16 cosas que debes hacer para prevenir la muerte súbita del bebé

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Muerte súbita del lactante

El Síndrome de la Muerte Súbita del Lactante (SMSL), también conocido como Muerte en la Cuna, es una de las incógnitas de la medicina que aún no ha sido del todo resuelta por una razón muy simple: no se tiene evidencia clara de cuál es la causa que la provoca.

Sin embargo, que no se sepa por qué hay bebés que mueren mientras duermen no quiere decir que no pueda hacerse nada para prevenirlo, porque a lo largo de los años, en cada una de las muertes, se han tomado todos los datos posibles sobre las costumbres de cada familia y gracias a eso, a día de hoy, conocemos muchos de los factores que ayudan a que suceda: las 16 cosas que debes hacer para prevenir la muerte súbita del bebé.

¿Cuál es el riesgo de muerte súbita de un bebé?

En realidad el riesgo es muy bajo si se tienen en cuenta las medidas adecuadas, cosa que no siempre sucede. En la actualidad se calcula que el SMSL afecta a 1 de cada 2.000 bebés, y sucede sobre todo entre la cuarta y la decimosexta semana (entre que el bebé cumple 1 mes y cumple los 4 meses).

Son bebés que han sido bien cuidados en sus casas, sin signos de enfermedad, cuyas autopsias no revelan la causa de la muerte (si son bebés con enfermedad que fallecen por ella, ya no hablamos de SMSL).

Es más frecuente en los meses que hace más frío, en bebés varones y en aquellos que pesaron poco al nacer, y se ha visto que los que tienen más riesgo son los bebés prematuros, los bebés de familias con antecedentes de muerte súbita, los hijos de madres fumadoras y los que son puestos a dormir boca abajo.

¿SMSL o asfixia?

No todos los bebés que mueren por la noche lo hacen por el SMSL. Algunos fallecen por asfixia, por quedar envueltos entre mantas, bajo un cojín o de alguna manera que no son capaces de respirar correctamente. La diferencia de la causa es obvia: uno muere porque no puede respirar y el otro por no se sabe bien por qué, aunque el resultado es el mismo y por eso las recomendaciones van dirigidas siempre a evitar ambos tipos de muerte.

¿De verdad no se sabe cuál puede ser la causa?

A ciencia cierta, no. Aunque ya hay algunos avances: en 2014 se encontró en una investigación con bebés fallecidos por muerte súbita que el 40% tenía una anomalía en su cerebro. Esta anomalía afectaba a su hipocampo, un área del cerebro que influye en funciones tales como la respiración, la frecuencia cardíaca y la temperatura corporal, a través de sus conexiones neurológicas con el tronco cerebral. La teoría dice que en situaciones en que el bebé pudiera tener alguna dificultad para respirar, el mecanismo que le ayudaría a hacerlo no funciona adecuadamente, llevándole a la muerte.

Esto, claro, podría explicar algunos de los casos, pero no todos. Así que luego están las hipótesis que aún están por demostrar, como problemas del corazón (algún tipo de malformación difícil de detectar) o algún gen mutado que participaría en el control de la frecuencia cardíaca y la respiración.

Las 16 cosas que debes hacer para prevenir la muerte súbita del bebé

Como no sabemos la causa, pero sí las situaciones que pueden dificultar la respiración a los bebés en las que se pone a prueba su "alarma", la que debe hacer que puedan seguir respirando, os contamos qué hay que hacer para evitar esas situaciones:

1. Llevar un control adecuado del embarazo

Se ha visto que en aquellos embarazos en que hay un menor control el riesgo de SMSL es mayor. El riesgo disminuye cuando el bebé no nace prematuro ni con bajo peso, y un buen control en el embarazo podría ayudar a evitarlo en algunos casos.

2. No fumar, beber alcohol ni consumir drogas durante el embarazo

Se ha visto que existe relación entre el consumo de estas sustancias durante el embarazo y el riesgo de muerte súbita del bebé que nace. Además, si una mujer fuma, bebe alcohol y consume drogas ya en el embarazo, el riesgo de que lo siga haciendo una vez el bebé nace es más que evidente, y aún multiplica más las probabilidades de SMSL.

3. Al nacer, tener al bebé piel con piel, pero con un adulto vigilando al bebé y a la madre

Muerte súbita del lactante

El método piel con piel, que en realidad no es más que poner al bebé, cuando nace, allí donde debe estar, en el pecho de su madre, es el mejor modo de evitar estrés en el bebé, de mantener un vínculo que no se rompe con la separación, de mantener la temperatura del bebé y de lograr una lactancia exitosa.

Sin embargo, desde que este método se lleva a cabo se han descrito algunos (pocos) casos de muerte del bebé en las primeras horas, estando en el pecho de su madre. Suele suceder cuando la madre está cansada del parto y se duerme, no pudiendo estar atenta a las señales de su bebé.

Por eso se recomienda que los bebés sigan estando en el pecho de sus madres al nacer, pero con un adulto que esté con ellos y no les deje solos.

4. Amamantar al bebé

Dar el pecho al bebé le protege de la muerte súbita. Se calcula que el riesgo disminuye entre un 50 y un 70%, aunque los motivos no están muy claros: puede ser la leche, puede ser que los bebés que toman pecho suelen comer menos y más a menudo, teniendo un patrón de sueño algo más superficial, puede ser que la madre está más cerca, puede ser "el envase", pues los bebés de pecho aprenden mejor a coordinar el proceso de succión, respiración y deglución (desarrollando mejor sus estructuras de deglución y respiración), y puede ser todo a la vez.

5. Poner al bebé a dormir boca arriba

Según los estudios actuales poner al bebé a dormir de lado es cinco o más veces más seguro que ponerlo a dormir boca abajo, y por eso en muchos hospitales lo recomiendan así. Sin embargo, dormir boca arriba es el doble de seguro que dormir de lado (y en consecuencia, diez veces más seguro que dormir boca abajo).

La cabeza debe quedar mirando hacia un lado para evitar peligros en caso de regurgitación y debe alternarse la posición para que no se produzcan deformidades (plagiocefalia).

Esto recomienda hacerse tanto por la noche como durante la siesta, ya que en ocasiones se recomienda que duerman boca abajo de día para alternar la posición en que la cabeza se apoya sobre el colchón. Sin embargo, es mejor no arriesgarse y evitar dicha presión en otros momentos del día: no abusar de la hamaca, del cochecito, ni de todas las superficies en las que se apoya por el día cuando está despierto.

Muchos padres ponen a sus hijos a dormir boca abajo porque así duermen mejor. Esto suele suceder en los casos en que al dormir boca arriba se asustan fácilmente con algún movimiento involuntario propio y se despiertan a menudo. En estos casos se aconseja envolver al bebé con un chal o mantita liviana, pero solo las extremidades superiores, como si fuera un gusanito en su capullo. Si esto le diera demasiado calor, entonces es mejor no hacerlo.

6. Que el colchón sea firme

Muerte súbita del lactante

Los colchones blandos posibilitan que el bebé quede más "envuelto" y haya más riesgo de sofocación. La sabanita bajera debe quedar tirante, sin arrugas.

7. No dejar que duerma demasiado tiempo en la sillita del coche

En los bebés pequeños que duermen en el coche, la cabeza tiende a caer hacia adelante, tocando el mentón con el tórax, y no tienen fuerza suficiente para respirar adecuadamente. En esta situación hay riesgo de que suceda lo que conocemos como asfixia postural.

8. No dar cereales antes de la siesta ni antes de dormir

Cuando los bebés comen cereales el alimento es más espeso y, si se lo comen bien, en muchos casos produce en los niños un sueño más profundo del que es normal para un bebé promedio. No sucede siempre, y hay bebés que incluso duermen peor por ser una digestión más pesada, pero si el bebé es de esos a los que los cereales les hace dormir de manera más profunda, el riesgo de SMSL aumenta, precisamente por eso, porque un bebé tiene que tener un sueño más ligero que no ponga en riesgo su salud (cuanto más profundo duerme una persona, mayor el riesgo de problemas respiratorios porque más difícil es recobrar la respiración en caso de problemas... por eso las personas mayores duermen de manera natural menos horas y tienen un sueño menos profundo que cuando eran jóvenes).

9. No utilizar los métodos "antivuelco"

Un bebé que duerme boca arriba no puede ponerse boca abajo por sí solo, así que los métodos antivuelco son innecesarios. Además, se han relacionado con 12 casos de muerte infantil y la FDA emitió un comunicado avisando de ello en 2010.

10. No utilizar protectores, peluches, cojines ni mantas en la cuna

De igual modo, la cuna debe ser lo más espartana posible. Los protectores aumentan el peligro de asfixia del bebé y de atrapamiento. Los peluches son peligrosos por el riesgo de asfixia y los cojines y mantas tienen el mismo problema: son blandos, se pueden mover de sitio y pueden acabar encima de la cabeza del bebé.

Lo ideal es que el bebé duerma solo con el pijama, sin taparse, teniendo una temperatura de la habitación agradable. Si esto no es posible, si solo con el pijama podría tener demasiado frío, se puede usar un saco de dormir que le tape el cuerpo pero nunca la cabeza (y en que el bebé no pueda deslizarse hacia abajo, hacia adentro) o ropa de cama puesta muy abajo, de modo que el bebé duerma a los pies de la cuna, con la cantidad de ropa de cama suficiente para taparle solo el cuerpo (a medida que crece el bebé, ponemos la sábana, manta o edredón más arriba, hacia el cabezal, adaptándonos al tamaño de su cuerpo).

11. Evitar que el bebé pase demasiado calor

Muerte súbita del lactante

Es más habitual que pasen calor que frío, porque el miedo a que pasen frío nos lleva a abrigarles, a veces demasiado. Si les tapamos demasiado pueden llegar a respirar de manera más profunda, agotarse en el esfuerzo y sufrir un golpe de calor.

12. No dormir con el bebé en el sofá

Dormir con el bebé en el sofá aumenta exponencialmente el riesgo de muerte súbita del bebé, tanto como que lo aumenta en cerca de 18 veces (podríamos decir que si en condiciones normales el riesgo de SMSL es de 1 por cada 2000 niños, dormir con el bebé en el sofá hace que el riesgo sea de 1 por cada 111 niños).

13. Darle un chupete para que duerma con él

En el caso de los niños amamantados es menos relevante, porque suelen ir cogiendo el pecho por la noche, pero en los que toman biberón sí. El chupete se ha visto protector del SMSL porque el bebé parece no dormir tan profundamente con él, al ir haciendo succión cada cierto tiempo. Falta saber con certeza en qué casos protege mejor y en qué casos no, porque hay estudios que relacionan este beneficio solo al colecho (si duerme con los padres y tiene chupete).

Cuando el bebé sea amamantado debe evitarse darle chupete en el primer mes de vida, pues podría ocasionar confusión en la manera de succionar y en consecuencia problemas con la lactancia.

14. No fumar cerca del bebé, ni dormir con él si se fuma

El tabaco, cuando una persona fumadora duerme con el bebé, aumenta hasta en 9 veces el riesgo de muerte súbita, que también es muchísimo. Esto sucede hasta los 3 meses de vida, ya que a partir de entonces el riesgo es mucho menor. Fumar cerca de él, o en lugares donde luego estará el bebé (fumar cuando no está en el comedor, por ejemplo), también aumenta el riesgo de SMSL, además del riesgo de infecciones respiratorias.

15. Dormir con el bebé en la misma habitación

Muerte súbita del lactante

Poner a dormir al bebé fuera de la habitación de los padres aumenta el riesgo de muerte súbita hasta los tres meses de vida y por eso se recomienda no hacerlo. El bebé debería dormir en la habitación de los padres, ya sea en una cuna o moisés, ya sea en una cuna colecho, porque beneficia al patrón respiratorio y cardíaco del bebé.

A partir de los 3 meses se recomienda incluso compartir el lecho de los padres (puede seguir en la cuna colecho), porque el riesgo de muerte súbita de los bebés de más de 3 meses que están junto a sus padres es 10 veces menor que los que duermen separados.

Ahora bien, debe hacerse de manera segura, siguiendo todas las recomendaciones anteriores (nada de tabaco, alcohol, drogas... evitarlo si los padres están muy cansados o si tienen sobrepeso, que la cama tenga las condiciones idóneas para que el sueño sea seguro, etc. -podéis leer más sobre el colecho seguro aquí-).

16. Evitar los productos e inventos que prometen reducir el riesgo de muerte súbita

Venden colchones, cojines, posicionadores y artefactos varios (como monitores de respiración) para prevenir el riesgo de muerte súbita cuya eficacia no está probada y que pueden ofrecer a los padres una falsa sensación de seguridad, algo así como "ahora que le he comprado esto, el riesgo es mínimo". Ante el riesgo de obviar el resto de medidas, lo recomendable es no hacer experimentos con dichos productos y seguir los consejos previos.

Fotos | iStock
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Por qué el gorro para los recién nacidos debería ponerse solo para las fotos

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El gorro del recién nacido

Tu bebé ya ha nacido, estás cansada pero llena de emoción y nada más salir ves como te lo entregan directo de tu útero, lleno de líquido amniótico, húmedo y deseoso de estar contigo, tanto como lo estás tú de estar con él. Solo quieres sentirlo en tu pecho, notar ese peso ligero y pequeño volumen encima de ti, su calor, su tacto y su olor.

Deseas conocerlo con todos tus sentidos y acercas tu rostro a su cabecita para darle besos, y olerle, y mirarle, en una imagen que quedará para siempre en tu retina y un olor que jamás olvidarás... a menos que antes de eso alguien le haya puesto un gorro y haya estropeado el momento: por qué el gorro para los recién nacidos debería ponerse solo para las fotos.

Enfermera, si no le pone ropa, ¿para qué le pone un gorro?

Hasta hace unos años lo primero que hacían al coger al bebé era lavarlo, medirlo, pesarlo, hacerle las exploraciones que consideraban importantes y vestirlo, para luego entregarlo a la madre listo casi para el bautizo. Ahora ya no se hace: el bebé nace y te lo ponen en el pecho porque se ha visto que es lo mejor para la madre y para el bebé. Para la madre, porque sabe que es su bebé, se enamora de él y lo percibe en toda su esencia, creando un vínculo de amor y responsabilidad más que fuerte, y para el bebé porque así mantiene mejor la temperatura, gasta menos energía porque tiene menos ansiedad, hace antes su primera toma y se coge mejor al pecho.

En este cambio se ha eliminado la ropa (no te lo visten para ponértelo al pecho), pero sin embargo en muchos hospitales mantienen el gorro. Como si el cuerpo de mamá fuera suficiente para calentar el cuerpo pero no la cabeza del bebé.

Pero, ¿por qué se pone el gorro?

Porque antes de que lo vistieran y te lo dieran, que es algo que se hacía hace pocos años, ni siquiera te daban al bebé. Se lo llevaban, lo lavaban para quitarle la vérnix caseosa, que es una capa de textura grasienta que tiene como finalidad proteger la piel y evitar la pérdida de calor, lo vestían y entonces lo ponían en una cuna en una nursery, un cuartito lleno de bebés vestidos y tapados con sábanas y mantas, solos, todo con la finalidad de que no perdieran calor (y en ausencia de sus madres, que sí aportan calor).

Lejos de ellas, y limpios sin ninguna protección natural, necesitaban cualquier cosa que evitara la mencionada pérdida de calor. Y una de las prendas era el gorro, que protegía el área de la cabeza.

Pero ahora esto ya no se hace: ya no lavan al bebé inmediatamente y en consecuencia ni se le enfría con el agua (el agua es caliente, pero cuando lo sacas del agua el bebé tiene frío), ni se le retira la vérnix, y ya no se separa de manera absurda al bebé de su madre, sino que se le deja en su pecho de manera que, no solo no pierde calor, sino que encima lo recibe.

Recién nacido sin gorro

Vamos, resumiendo: que no hay razón alguna para poner el gorrito al bebé porque el calor de su madre en las primeras horas tras nacer es suficiente, y así la madre tiene total libertad para conocer a su bebé tal como es, sin la barrera de un gorro que solo le deja libre el rostro, cuando en la cabeza podrían ir decenas de besos y un montón de cariño a través de la respiración, esa que huele al bebé, esa que memoriza su olor para siempre, con los ojos cerrados, conociéndole.

No, no, no... que si lo hacen es por algo

Seguro que más de uno y de una estaréis pensando que menuda tontería, que si se hace es por algo. Pues ya lo he explicado: se hace porque antes creían que tenía sentido. Y no lo digo yo, es que hasta hay estudios que lo corroboran. En el año 2008 la Cochrane hizo una revisión de estudios para conocer las medidas que ayudaban a los recién nacidos a mantener el color corporal en los primeros 10 minutos tras nacer, que es cuando más riesgo hay de padecer hipotermia.

Compararon tener una sala de partos a una temperatura de 25ºC, secar al bebé inmediatamente después del parto, envolverlo con mantas precalentadas, calentar previamente cualquier superficie de contacto y el uso de colchones radiantes o incubadoras con otros métodos como el contacto piel con piel. Vieron que los únicos métodos útiles para evitar la hipotermia eran el contacto piel con piel y el uso de colchones transmisores de calor. Sí era útil la incubadora en los bebés que pesaban entre 1200 y 2200 gramos, pero no tanto en el resto. A la hora de llegar a los gorros concluyeron que "los gorros tejidos no fueron efectivos para evitar la pérdida de calor".

Dicho de otro modo, es que ni siquiera antiguamente, cuando los dejaban solos con otros bebés, el gorro servía para algo a la hora de mantener la temperatura corporal.

Entonces, ¿sólo para la foto?

No. Cada padre y cada madre que haga lo que quiera, porque en realidad el hecho de ponerlo o ponerlo no afecta en nada a la salud del bebé. Yo si fuera madre preferiría que no lo llevara porque así al bebé le caerían más besitos en la cabeza y porque así lo vería tal y como es, y no con un gorro, pero si otros padres consideran que eso de oler al bebé y darle besitos no es importante, y prefieren usar gorro, adelante.

Para el recién nacido al salir, para las fotos, o para lo que cada pareja quiera. Pero no porque haga falta.

Fotos | MissMessie, Brad Kebodeaux en Flickr
En Bebés y más | Cuando nazca tu bebé no le pongas gorro, no sirve de nada, Incubadora, piel con piel... y ropa especial para regular la temperatura de los prematuros, Cómo practicar el método canguro o piel con piel (vídeo)

Las tres razones por las que no hay que bañar al bebé al nacer

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Vernix

Nada más nacer. Hasta hace unos años, y aún ahora en algunos hospitales que no se han actualizado todavía, a los bebés se les bañaba nada más nacer, como si fuera totalmente necesario dejarlos limpios y aseados para conocer a su madre.

En otros, algo más avanzados, dejan al bebé con la madre para que estén piel con piel y haga su primera toma, y después sea evaluado, pesado, tallado, etc., y bañado, más o menos a las dos horas de nacer.

Sin embargo, según un estudio, sigue siendo pronto. A continuación os dejamos con las tres razones por las que no hay que bañar al recién nacido al nacer.

Para no quitarle la vérnix caseosa

¿Veis al bebé de la foto, lleno de una sustancia amarillenta? Los bebés nacen así. Unos tienen más y otros tienen menos, pero llegan al mundo con la misma sustancia que les protegía dentro del útero, la vérnix caseosa.

Como digo, hasta hace unos años se consideraba que era un resto del embarazo y se retiraba, pero se está viendo que tiene funciones muy válidas y útiles para el recién nacido.

Por una parte, y como ya nos explicara Lola hace unos meses, la vérnix ayuda a que el bebé mantenga mejor su temperatura corporal (la pérdida de temperatura es muy peligrosa para los recién nacidos) y es poco a poco absorbida por la piel del bebé, aportándole hidratación y elasticidad (y en consecuencia una menor probabilidad de escoceduras, dermatitis, etc.).

Para no romper el vínculo con la madre

Cada vez se separa más tarde a la madre y al bebé porque se ha visto que de ese modo la madre tiende a ser más cercana al bebé (y por muchas otras buenas razones). Aunque puede parecer una tontería, porque todas las madres quieren con locura a sus hijos, cuando no se separan de los bebés tienden a ser más cariñosas haciéndoles más caricias y teniendo más momentos de contacto visual.

Luego hacia el mes de vida esas diferencias apenas se observan, pero los primeros días y semanas pueden ser bastante duros y cuanto mayor sea el vínculo mejor lo llevarán tanto ella como el bebé.

Para aumentar las probabilidades de amamantar al bebé

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En el año 2013, investigadores del Boston University School of Medicine y del Boston Medical Center publicaron un estudio en el que compararon el baño a los recién nacidos dos horas después del parto con el baño realizado doce horas después.

Vieron que los bebés que habían sido bañados más tarde tenían un 39% más probabilidades de conseguir ser alimentados con lactancia materna exclusiva y un 59% más de probabilidades de lograr una lactancia materna casi exclusiva. Asimismo, vieron que las probabilidades de que madre y bebé iniciaran una alimentación con leche materna (en vez de con biberón) era un 166% mayor.

De este estudio se desprende que no es solo una hora lo que debe respetarse al nacer el bebé, sino muchas más horas, al menos en lo que al baño se refiere. Es posible que el hecho de verlo aún "sucio", como si aún formara parte del cuerpo de la madre, aumente el sentimiento de responsabilidad en la mujer y decida iniciar el amamantamiento e incluso luchar más en caso de que haya algún problema con la lactancia (pero solo es una teoría).

En cualquier caso, en el estudio hablan de 12 horas, que es poco en comparación con lo que hacen en muchos hospitales de Londres, de esos en los que se crea la evidencia que luego se hace extensiva al resto del mundo. Allí están recomendando que el primer baño del bebé (lo que conocemos como sumergirlo en el agua y frotar un poco con una esponja) se haga cuando tenga ya dos o tres semanas, para aprovechar la grasa natural de la piel del bebé. Mientras tanto solo se les lava con una esponja o toalla húmeda, por zonas.

Así que si dentro de unos años nos dicen que no los bañemos hasta que tenga 15 ó 20 días, no os extrañéis... será señal de que han visto que es mejor.

Foto | iStock
En Bebés y más | ¿Qué es la vérnix caseosa?, "Sin prisas, doctor, mi vérnix no es suciedad", Por qué no hace falta bañar al bebé al nacer‏

Recomiendan que los bebés duerman en la habitación con los padres durante el primer año para evitar la muerte súbita

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Cómo debe dormir el bebé para prevenir uno de los mayores temores, la muerte súbita, es una de las preocupaciones más habituales entre los padres de bebés recién nacidos.

En unas recomendaciones difundidas ayer, la Asociación Americana de Pediatría (AAP), la organización de pediatras más importante de Estados Unidos, recomienda que los bebés duerman en la misma habitación que los padres durante el primer año de vida para prevenir el riesgo de muerte súbita.

En su propia cuna o moisés

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Los pediatras aclaran que los bebés no deben dormir en la misma cama que sus padres, ni en un sofá o en una superficie blanda, sino que deben hacerlo en su propia cuna o moisés, pero situada en la misma habitación que los padres.

Las cunas de colecho son ideales para cumplir con estas recomendaciones, ya que se adosan a la cama de los padres y permiten tener al bebé muy cerca sin necesidad de levantarse de la cama y al alcance de la mano para cualquier cosa que pudiera necesitar.

Sin aparatos de videovigilancia

La tecnología ha avanzado muchísimo en los últimos años. En la actualidad podemos encontrar numerosos artículos para la vigilancia a distancia del bebé, incluso con la posibilidad de detectar movimientos del bebé o transmitir imágenes mientras está en otra habitación.

La AAP advierte a los padres que no es necesario invertir en dispositivos o aparatos que se venden en el mercado con el mensaje de que sirven para disminuir los riesgos de muerte súbita. Dan una falsa sensación de protección y su eficacia no está probada. Lo más efectivo es la vigilancia y la cercanía de los padres.

Boca arriba

La principal recomendación es poner a dormir al bebé boca arriba con la cabeza ladeada para prevenir el Síndrome de la Muerte Súbita del Lactante (SMSL). Muchas de estas muertes ocurren cuando se pone a dormir boca abajo a un bebé que está acostumbrado a dormir boca arriba. Estos bebés acostumbrados tienen 18 veces más probabilidades de morir. Por su parte, colocar al bebé de lado no es seguro y está desaconsejado.

La postura de dormir boca arriba ha reducido en un 50% las incidencias de muerte súbita, pero ha hecho que aumenten notablemente los casos de plagiocefalia. Por eso, se recomienda ir alternando el lado en el que el bebé apoya su cabeza para prevenir que adopte formas no asimétricas o deformidades provocadas por posturas continuadas cuando el cráneo del bebé es muy maleable.

Riesgo de muerte súbita

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Se calcula que uno de cada 2.000 bebés fallece a causa de la muerte súbita, y sucede sobre todo entre la cuarta y la decimosexta semana, es decir entre el primero y cuarto mes de vida del bebé. Aún se desconoce la causa, pero hay diversas hipótesis que la relacionan con anomalías en el cerebro, con una mutación genética o problemas en el corazón del bebé.

La principal recomendación es poner a dormir al bebé boca arriba. Muchas de estas muertes ocurren cuando se pone a dormir boca abajo a un bebé que está acostumbrado a dormir boca arriba. Estos bebés acostumbrados tienen 18 veces más probabilidades de morir. También se recomienda amamantar al bebé: se calcula que la lactancia materna disminuye el riesgo de muerte súbita entre un 50 y un 70%,

No es la primera vez que se recomienda dormir con los padres como protección ante la muerte súbita. La Asociación Española de Pediatría, en sus recomendaciones de consenso también coincide con esta postura:

La forma más segura de dormir para los lactantes menores de seis meses es en su cuna, boca arriba, cerca de la cama de sus padres. Existe evidencia científica de que esta práctica disminuye el riesgo de SMSL en más del 50%.

Otros consejos para evitar la muerte súbita del lactante

  • Dormir boca arriba
  • Usar un colchón firme
  • Evitar en la cuna peluches, juguetes, protectores, cojines y mantas
  • No utilizar cojines antivuelco
  • Evitar que el bebé pase mucho calor
  • No dormir con el bebé en el sofá
  • No fumar cerca del bebé, ni dormir con él si se fuma
  • Dar el pecho al bebé o utilizar chupete

Fotos | iStockphoto
Vía | CBS News
Más información | AAP
En Bebés y más | ¿Qué es el síndrome de muerte súbita del lactante?, en los países donde los bebés siempre han dormido con sus padres apenas saben qué es la muerte súbita

¿Qué cuidados recibe el bebé nada más nacer?

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Cuidados recién nacido

El recién nacido es un ser muy frágil y sensible, que acaba de pasar por una situación muy estresante y que ha cambiado por completo el medio en el que hasta entonces ha vivido. Por ello, tras un parto normal, ha de prestársele una gran atención al tiempo que se procura no separarlo de la madre.

Si el recién nacido lo ha sido a término y no prematuro, estos son los cuidados que recibe el bebé nada más nacer, o así debería ser según las recomendaciones del Grupo de Trabajo del Cuidado Esencial del Recién Nacido de la Organización Mundial de la Salud.

En nuestro entorno los bebés suelen estar bien atendidos y estos procedimientos forman parte de la atención hospitalaria, pero si no se llevan a cabo pueden poner en riesgo la salud del bebé. Según la OMS un 40% de las defunciones de niños menores de cinco años en todo el mundo se producen en el primer mes de vida, y la mayoría de estas en la primera semana, muchas fruto de unos inadecuados cuidados tras el parto. Estas son las primeras atenciones médicas que necesita el bebé:

  • Nada más nacer el bebé se examina el estado general del niño; hay que asegurarse de que la vía aérea del bebé se encuentra libre.

  • Se pinza y corta el cordón. El corte del cordón se ha de realizar con instrumentos estériles para prevenir infecciones y el momento más oportuno es una vez que ha dejado de latir (o a los dos o tres minutos de nacer), lo cual proporciona reservas de hierro indispensables para el niño.

Ver por primera vez al bebé

  • Inmediatamente después del nacimiento el niño ha de ser secado con toallas calientes, a la vez que se le ubica sobre el abdomen materno o en sus brazos. El bebé por tanto puede estar sobre la madre mientras "lo limpian", aunque la vernix no es suciedad y puede ser retirada más tarde. Hay que poner al niño sobre la madre, piel con piel, tan pronto como sea posible, para mantener la buena temperatura corporal el recién nacido e iniciar convenientemente la lactancia materna.

  • Es importante el mantener la temperatura corporal del recién nacido; los bebés que han nacido en habitaciones con bajas temperaturas pueden experimentar descensos marcados de la temperatura corporal y consiguientemente problemas de tipo metabólico. Los descensos de la temperatura corporal del recién nacido pueden ser evitados asegurando un contacto directo piel con piel entre éste y la madre.

  • El contacto temprano piel con piel entre la madre y el recién nacido es importante por otras muchas razones. Psicológicamente estimula a la madre y al niño a acostumbrarse el uno al otro. Tras el nacimiento los niños se colonizan con bacterias, y es mejor que sea por las bacterias cutáneas maternas y no por las bacterias de otras personas.

  • Hay que animar al amamantamiento temprano e iniciar la lactancia materna a ser posible en la primera hora postparto, como se recomienda para lograr una lactancia feliz. Además, la estimulación sobre el pezón por el niño puede favorecer las contracciones postparto (los entuertos) para un correcto sellado uterino y reducir el riesgo de hemorragias intensas.

Existen otras tareas en la primera hora de vida que s pueden realizar rápidamente: pesar o identificar al bebé, administrar la vitamina k... y en las siguientes horas, si el estado de salud del bebé es bueno, se pueden realizar el resto de pruebas necesarias sin separar a la madre y al bebé.

Como vemos, aunque parezca que el tiempo se detenga en ese momento mágico en el que vemos por primera vez a nuestro bebé y también lo oímos, lo olemos, lo tocamos... suceden muchas cosas, rápidamente a nuestro alrededor: son los primeros cuidados que recibe el bebé nada más nacer.

Fotos | iStock
Vía | Junta de Andalucía
En Bebés y más | ¿Qué es un parto pretérmino? ¿Se puede prevenir?, ¿Cómo es ese momento mágico en que vemos por primera vez al bebé?, Cómo será tu bebé y cómo no será

Los recién nacidos puede tardar más de dos semanas en recuperar su peso al nacer

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Tras nacer, es normal que el bebé pierda peso en los días siguientes hasta que recibe alimento y comienza a ganarlo. Es lo que se conoce como pérdida de peso fisiológica neonatal en la que lo normal es que pierdan entre un 5% y un 7% del peso de recién nacido, y como máximo el 10%, al que ya no deberían llegar.

Se estima que a los 10-14 días después del parto el bebé debería haber recuperado el peso que tenían al nacer, pero según un estudio realizado por investigadores de la Penn State College of Medicine en Hershey (Estados Unidos), entre un 15 y 25 por ciento de los bebés tardan más de dos semanas en recuperar su peso al nacer.

Una pérdida de peso que se debe controlar

El estudio publicado en la revista Pediatrics analizó los datos de más de 144.000 niños nacidos con un peso saludable y demuestra que dos semanas después del parto, 14 por ciento de los bebés nacidos por parto vaginal y hasta un 24 por ciento de los nacidos por cesárea seguían pesando menos que cuando nacieron.

La pérdida fisiológica suele ser más significativa en los tres o cuatro primeros días después del parto. Los motivos se deben a la combinación de tres factores: el líquido que pierden a través de la orina, la expulsión de meconio y que todavía reciben poco alimento (los primeros días recibe calostro).

En el caso de los partos por cesárea, pueden perder incluso más peso porque nacen más hidratados por los líquidos intravenosos que se le administran a las madres antes y durante la cirugía.

Al analizar los datos de los bebés recién nacidos, tras 21 días (es decir, tres semanas después del parto), el 5 por ciento de los bebés nacidos por parto vaginal y el 8 por ciento de los nacidos por cesárea todavía no habían recuperado su peso al nacer.

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Una tranquilidad

Con esto se quiere tranquilizar a los padres que vean que su bebé no ha recuperado el cien por ciento del peso que tenían al nacer aunque hayan pasado dos semanas después del nacimiento.

Aún así, siempre es recomendable controlar el peso del recién nacido (quienes llevaron a cabo el estudio desarrollaron también una herramienta online para controlar la pérdida de peso tras el parto), así como controlar su estado general para asegurarse de que aunque no gane peso tan rápido como se espera, igualmente está creciendo saludablemente.

Sobre todo es tranquilizador para las madres que dan el pecho, ya que en estos casos los niños pueden tardar más en recuperar su peso:

Los autores del estudio señalan:

"Para las familias que quieren dar de mamar a sus bebés, esto es importante para garantizar que una recuperación más lenta del peso del recién nacido no indica que el bebé no esté ingiriendo leche suficiente, sino que forma parte de un patrón normal de crecimiento", dijo Crume.

Foto | MissMessie, iStockphoto
Vía | Infosalus
En Bebés y más | El bebé pierde peso al nacer: ¿cuánto y por qué?


Las 11 cosas que los padres primerizos aprenden en los primeros días

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Cuando una pareja tiene un bebé ella se convierte en madre y él en padre (oficialmente hablando), y es entonces cuando empiezan a ejercer como tal y a aprender, sobre la marcha, cómo se hace eso de criar y alimentar a un bebé. Es posible que antes del parto se hayan informado, hayan leído y hayan recibido un montón de consejos, pero eso no quita que enseguida aprendan muchas más cosas cuando están en el ajo que por todo lo que les han comentado.

Si ya tienes a tu bebé es probable que esto sirva para recordarte lo que pasó. Si estáis esperando un bebé, quizás recordéis estas palabras cuando ya lo tengáis con vosotros: las 11 cosas que los padres primerizos aprenden en los primeros días.

1. Tu bebé no es normal

Porque te dijeron que los bebés lo que hacen es comer y dormir, comer y dormir, y que no hacen nada más que eso, pero el tuyo come, se retuerce, se tira un pedete, come, hace caca, come, duerme, llora, come y se duerme. Así, todo seguido, sin pausas. Vamos, que el proceso que llevas a cabo cada vez que se despierta es bastante más largo y cansado que alimentarle y ver cómo cierra los ojos. Y no sólo eso, es que lo sacas a la calle y en el cochecito llora, cuando te dijeron que se dormían como lirones, y lo montas en el coche, allí donde no hay bebé que resista despierto, y el tuyo no llora, grita un "¡que me saquéis de aquí!" que se entiende perfectamente.

2. Nada sucede como te dijeron que sucedería

Si te dicen que darle la teta es muy sacrificado y seguramente te irá mal, te va estupendo. Si te dicen que dar la teta es muy fácil, te saldrán unas grietas enormes y te dolerá como si tuviera dientes. Si te dicen que los bebés duermen fatal, el tuyo dormirá tan bien que te preguntarás si respira, y si te dicen que duermen toda la noche, el tuyo hará exactamente lo contrario... lo que haga falta para que sientas que tienes un hijo al que le pasa algo y que tú, como madre o padre, no sirves para nada.

3. Nadie se pone de acuerdo en nada

Los libros que no los cojas en brazos, la vecina que sí. La panadera que le dejes llorar, el pediatra que no. El enfermero que le vacunes, la cajera del súper que no. Tu madre que no lo bañes cada día, tu suegra que sí, por Dios. Y así con todo...

4. A las nueve de la noche te darás cuenta de que aún está todo por hacer

Y quizás a las diez. Se hará de noche, oscurecerá, y verás que nada ha cambiado desde las ocho de la mañana. De nada ha servido todas las veces que le has alimentado y cambiado porque tienes que repetirlo una y otra vez (que si aún pudieras hacerlo cinco veces seguidas y luego ya ninguna más hasta el día siguiente vale, pero es que siempre es un volver a empezar). Y te da la noche y la casa está ahí, esperándoos, que tenéis unas ganas locas de meteros en la cama y ni os habéis duchado, ni habéis cenado, ni probablemente haya platos limpios donde poner la cena.

5. A los bebés les encanta manchar los pañales limpios

Una de tantas manías que tienen los bebés. Les cambias el pañal porque llevan un montón de rato con el mismo y dices "mira que me he esperado por si tenías caca, pero como no la haces, pues te lo cambio ya", y a los 2 ó 3 minutos, su culito detecta que es un pañal limpio y entonces se hace caca.

Pero esto solo lo hacen si después del pañal le pones los botones del body, le subes el pantalón y le pones bien el resto de ropa. Una vez dices "ya estás listo", cagan. Si lo cambias de pañal pero te esperas a que haga caca sin acabar de vestirle no lo hará.

6. Las ojeras son imposibles de disimular

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Ni maquillaje ni nada. Todos sabrán enseguida que has tenido un bebé hace poco, tanto si eres madre como si eres padre. No hay manera de disimular el sueño, ni las ojeras, ni la palidez cutánea. De todas maneras llega un momento en el que ya no te importa demasiado, básicamente porque sales a la calle y vas en modo zombie, caminando sin saber muy bien hacia dónde te diriges y sin mirar con quién te cruzas, así que no te preocupes mucho...

7. Cada día llegas al trabajo con manchas de leche en tus hombros

Los papás, sobre todo los papás. Porque antes de irte lo coges en brazos para que ella haga el último pis y la última caca antes de quedarse sola con el bebé, que se lave los dientes y todo aquello que sabe que no podrá hacer hasta que vuelvas. Pues lo coges y claro, escupitajo de leche pa'l hombro. A veces te das cuenta y te cambias, y a veces no. Con el tiempo deja de importarte, aunque a la hora de escoger la ropa debes tener en cuenta que cuanto más oscura sea la camiseta o camisa más grande será la mancha.

8. Los bebés duermen mejor por el día que por la noche

"Creo que mi bebé tiene el sueño cambiao", dicen los padres recientes. Pues sí, cambiado con respecto al vuestro, pero normal en el caso del bebé. No me preguntéis por qué, pero quizás sea por supervivencia. Por la noche los peligros acechan (al menos en la selva, donde los bebés suponen que vivimos porque no saben si nacen en España o en medio del África), así que un bebé que se despierta a menudo tiene a un cuidador que también se despierta a menudo, y esto es mucho más seguro para él que unos padres que duermen a pierna suelta toda la noche: que viene el león y se lo lleva sin que se den cuenta.

Y si no es por eso, pues será porque es lo que hacían en la barriga, que por la noche no paraban y por el día estaban más tranquilos porque estaban en movimiento y con más ruido en general.

9. Todo el mundo quiere aconsejarte porque saben más que tú

Esto también pasa, que ven que el bebé es pequeño y entonces os ven la cara de pardillos y te aconsejan por todas partes. Vamos, que te ven de lejos, a dos o tres calles, y se detienen como olisqueando, entrecierran los ojos y cuando se dan cuenta de que el bebé está tiernecito echan a correr como si perdieran el bus. Con las bolsas y todo, con el carro de la compra, con lo que lleven. Corren como una exhalación para llegar hasta donde estás y decirte, entre jadeos, arreglándose el pelo y retirando las gotas de sudor algo tan importante como "lo abrigas demasiado", "este niño pasa hambre", "no lo cojas en brazos" o "te está tomando el pelo" o "dale algo frío, que son dientes".

10. La desconexión con el mundo es total

Poco a poco te das cuenta de que tener un bebé te conecta contigo mismo, con tu esencia, con tu naturaleza, con tus raíces más mamíferas, animales, humanas... con tus orígenes, pero te desconecta de todo lo demás. Cuando vuelvas a ver a tus amistades te darás cuenta de que no tienes ni idea de a qué pacto han llegado los partidos políticos (probablemente no sepas ni quién gobierna y te des cuenta de que hubo otras elecciones generales un par de semanas antes), que no has visto ninguna de las series que explican, ni ninguna de las películas de cine que recomiendan y que ya no tienes apenas tema de conversación en común, porque ellos no tienen bebés.

En ese momento dejas de quedar con ellos porque ves que estás en diferente momento vital y tratas de acercarte a otras madres y padres, por aquello de poder hablar de noches, cansancio, manchas, llantos, cacas, etc. y no de esa vida tan "absurda" que tenías antes en la que te enterabas de lo que pasaba en el mundo y hablabas con personas.

11. A decir "que les den a todos por culo que lo haré a mi manera"

Pues sí. Cuando ya han aprendido unas cuantas cosas los padres primerizos acaban por aprender a decirse a sí mismos "que les den a todos por culo", porque al final entre todos te marean, y de tanto intentar cosas el niño anda también mareado perdido y llorando aún más.

Pues lo hacen como consideran mejor y como ven que al bebé le va mejor y santas pascuas. Este es el momento en el que pasan de padres novatos a padres. Es decir, el momento en que te quitan la "L" porque ya eres capaz de tomar tus propias decisiones con convicción. El momento en que te das cuenta de que quien mejor sabe lo que necesita y lo que no, es tu bebé.

Fotos | iStock
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Protege a tu bebé de las infecciones respiratorias

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Enfermedades respiratorias bebés

El frío ha llegado tarde este año pero aún se quedará con nosotros un tiempo. Con el frío, aumentan las enfermedades respiratorias y los niños están muy expuestos. Cuanto más pequeños son, más vulnerables, por lo que hoy vamos a ofrecer consejos para proteger al bebé de las infecciones respiratorias.

Las infecciones de las vías respiratorias bajas, causadas por virus o bacterias, son la principal causa de enfermedad y mortalidad en los niños. Dentro de este grupo se destacan la neumonía, que puede afectar a los niños a cualquier edad y la bronquiolitis, que es mucho más frecuente en los menores de un año, sobre todo entre los dos y los seis meses.

Otras enfermedades respiratorias son la bronquitis, pulmonía y la influenza o gripe. Entre las infecciones respiratorias bacterianas se encuentran: tosferina, amigdalitis, bronconeumonía, meningitis bacteriana y sinusitis.

Durante el primer año de edad el bebé es más susceptible de sufrir estas infecciones, ya que su sistema inmunológico no ha madurado aún y aumentan las posibilidades de contagio.

Para prevenir la propagación de estas enfermedades respiratorias (y otras enfermedades) se recomienda tener buenos hábitos de higiene en los contactos del recién nacido:

Bebé enfermo

  • Cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo desechable al toser o estornudar. Depositar el pañuelo desechable usado en el cesto de la basura.

  • Toser o estornudar en la parte superior del brazo o en el codo, no en las manos, si no se tiene un pañuelo desechable.

  • Lavarse bien las manos con agua y jabón a menudo por lo menos durante 40 segundos. Es especialmente importante este hábito después del cambio de pañal o de ir al baño, a la hora de preparar comida... Cualquier persona que vaya a tener contacto con el bebé debería tener las manos limpias.

  • Usar un desinfectante de manos a base de alcohol si no se dispone de agua y jabón.

  • Mantén al recién nacido, en la medida de lo posible, alejado de las personas que estén resfriadas o tosan.

  • Ventila adecuadamente el hogar.

  • Mantén el ambiente del hogar libre de humos y que el bebé no esté junto a personas fumadoras.

  • Evita compartir chupetes, biberones, juguetes y otros utensilios con otros bebés u otros miembros de la familia.

Además de estos hábitos higiénicos, conviene evitar los cambios bruscos de temperatura, hay que procurar que el bebé esté bien abrigado, llevar al día las vacunas, seguir con la lactancia materna para aumentar sus defensas...

Finalmente, recordemos que las infecciones respiratorias se pueden tratar pero si las dejamos pasar, no les damos importancia y no acudimos al pediatra, pueden causar complicaciones graves en los pequeños. Esperamos que estas medidas de higiene protejan al bebé de las infecciones respiratorias y acabemos el invierno sin ningún susto.

Fotos | iStock
En Bebés y más | Consejos para evitar enfermedades respiratorias en los niños, ¿Se puede prevenir? Higiene contra las infecciones en los niños

¿Curar el cordón umbilical con leche materna? Podría ser la mejor solución

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Cura del cordón

Cuando el bebé nace y es separado de la placenta queda con un trocito de cordón umbilical que poco a poco debe secarse, momificarse, para finalmente caer. Es un proceso que dura unos 7 a 10 días que, por norma general no genera mayores contratiempos, pero que en ocasiones se complica si se produce una infección del cordón, más conocida como onfalitis.

En el primer mundo no es un problema mayor, porque tenemos tratamientos para tratar dichas infecciones (es peligroso, ojo, y hay que acudir al hospital urgentemente, pero tenemos antibióticos). Sin embargo, en los países pobres se calcula que afecta a entre 55 y 197 por cada 1.000 nacidos vivos, siendo en muchas ocasiones mortal, y sobre todo para ellos es de máxima utilidad conocer cuál es el mejor método para curar el ombligo del bebé.

Pues bien, hasta la fecha se consideraba que una de las mejores maneras era mantenerlo limpio y seco, o en todo caso aplicar algún tipo de antiséptico como hacemos en España (alcohol de 70º), y ahora un estudio abre la puerta a un método que de primeras nos suena a todos muy raro pero que podría ser la mejor solución: curar el cordón con leche materna.

El cuidado normal del cordón umbilical

Y digo normal porque es el que se considera habitual, la recomendación actual. Según una revisión de estudios realizada por la OMS en 2004, en que se incluyeron 22 estudios con 8.959 bebés, vieron que era indiferente cómo se curara el ombligo al comparar el uso de antiséptico con el cuidado del cordón con agua y manteniéndolo seco.

Vamos, que aquellos padres que no hicieron nada más que mantener el cordón del bebé limpio y seco tuvieron el mismo pronóstico (el mismo número de infecciones de cordón en el bebé) que aquellos que lo curaron con antiséptico o con algún placebo.

Ante esta evidencia, y viendo que otros estudios asocian el uso de antiséptico con un mayor tiempo de espera hasta la caída (parece que tarda más días en caer), se sugirió que no se hiciera nada en particular con el cordón más allá de mantenerlo limpio y seco, recomendando el uso de antiséptico en aquellos lugares donde el riesgo de infección bacteriana fuera alto (poca higiene, mala alimentación, etc.).

Es decir, que parece que lo estamos haciendo al revés: donde no hace falta el antiséptico lo utilizamos y allí donde haría falta probablemente no lo usen porque no los tienen.

¿Qué otros métodos utilizan?

Así que para saber qué hacer en los países donde las onfalitis son más peligrosas, investigadores de El Cairo han llevado a cabo un estudio, primero para saber qué métodos se llegan a utilizar de manera tradicional para curar el cordón de los bebés y luego ver si el que en teoría podría parecer útil, la leche materna, es efectivo.

Pues bien, vieron que por transmisión popular se usa: agua con un paño caliente, agua y jabón, mantequilla, aceite de cocinar, aceite de oliva, alcohol, polvos de seda (similar al talco), leche materna, aceite de alcanfor, una venda sobre el ombligo, violeta de genciana, solución yodada y agua normal, y decidieron comparar el que se supone que es el mejor método (que el cordón esté limpio y seco) con la aplicación de leche materna.

Así, hicieron dos grupos de mujeres, con sus respectivos bebés, a las que se les enseñó cómo curar el cordón de sus bebés una vez nacieran. A las que debían mantenerlo limpio y seco les explicaron que lo revisaran tres veces al día y al cambiar el pañal, y que si estaba limpio y seco no tenían que hacer nada, pero que si en algún momento lo veían sucio o había orina o heces, entonces tenían que limpiarlo bien con gasas de algodón con agua estéril para que no quedaran restos y después con otra gasa secarlo bien. Asimismo, dejar el pañal doblado hacia abajo para que le diera el aire y no quedara nunca húmedo.

A las que tenían que curarlo con leche materna les explicaron que tenían que lavarse las manos antes de extraerse leche y que lo único que tenían que conseguir era que salieran entre 4 y 6 gotas de calostro o leche materna para aplicar al cordón del bebé. Luego tenían que esperar a que se secara y finalmente dejar el pañal también doblado hacia abajo. Lo hicieron desde las 4 horas de nacidos sus bebés, tres veces al día, hasta dos días después de que se hubiera caído el cordón.

¿Y qué vieron?

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Al comparar el uso de calostro y leche materna (cuando el calostro pasa a leche materna en el momento en que sube la leche) con el que se considera el mejor método para curar el cordón del bebé, que es mantenerlo limpio y seco, vieron que:

  • A los bebés que se les había curado el cordón con leche materna se les cayó, de media, a los 4,2 días, mientras que a los otros se les cayó, de media, a los 7,12 días.
  • A los bebés que se les había curado con leche materna les sangró el cordón (ya sabéis que es normal que sangre un poquito, alguna gotita de sangre, en algún momento) 1,28 días de media tras la caída, mientras que a los otros les sangró una media de 3,38 días más.
  • A los bebés que se les había curado con leche materna se les vio secreciones en el cordón (a veces manchan un poco de secreción que no tiene mal olor) 1,88 días de medía tras la caída, mientras que a los otros fue durante 2,18 días de media: en este caso, la diferencia no se consideró significativa.
  • A la hora de analizar las muestras de cordón de los bebés, las diferencias no fueron demasiado significativas, hallándose Staphylococcus Epidermises en casi todas las muestras de cordón (es normal) en los dos grupos, y el doble de casos (4% vs 2% de los niños) de Staphylococcus aureus en los cordones de los padres que debían mantenerlo limpio y seco. Otros estudios comparando estas intervenciones parecen mostrar más diferencias, dejando en peor lugar la intervención de la cura con agua estéril en caso de ver el cordón sucio.

¿Cómo es posible?

Según leemos en la propia introducción del estudio, los investigadores se basaron en la hipótesis de que la leche humana contiene grandes cantidades de anticuerpos de IgA, que parecen tener un efecto preventivo sobre infecciones de la piel. Además, la leche materna tiene efectos antibacteriales y antivirales que pueden ayudar mucho a nivel tópico. Por otro lado, contiene dos clases de los principales factores de crecimiento muscular, que promueven la reparación de cartílagos y la cicatrización de heridas (recordad que es un gran método para tratar los eccemas de la piel atópica).

Por todo ello, y otras posibles propiedades, la aplicación sobre el cordón puede ayudar a evitar sustancias patógenas y ayudar a una momificación más rápida, que provoque una caída temprana del cordón, disminuyendo en consecuencia el riesgo de infección, ya que cuanto antes cae, menores son las probabilidades de que se infecte.

Por cierto, decir que la mención a este estudio la he visto en la página de Facebook del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría.

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Las cuatro razones por las que no deberías usar bastoncillos para las orejas de tu bebé

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Oido

Una de las dudas de los padres recientes cuando acaban de bañar a sus bebés es la relativa al cuidado y la higiene de los oídos, porque hay veces en que ven pielecitas muertas en la oreja y cera saliendo del oído. En las tiendas no venden nada concreto para limpiarlo más allá de los típicos bastoncitos y muchos padres han oído que es mejor no hacer nada.

Sin embargo, les da cosilla llevar a los niños así, con esa cera ahí pegada, asomando, y muchos acaban haciendo uso de ellos, de los bastoncillos. Por eso hoy os dejamos con las cuatro razones por las que no deberías usar bastoncillos para las orejas de tu bebé.

1. Con los bastoncitos la cera puede irse hacia adentro

Mirad el conducto auditivo de vuestros bebés o de vuestros hijos. Es diminuto, ¿verdad? Eso quiere decir que si metéis un bastoncito para limpiar las orejas no podéis hacer mucho más que empujar la cera hacia adentro.

Esto provoca que se vaya quedando al final, que se vaya compactando, y que todo acabe en un tapón de cera que además de molesto para el niño, es relativamente complicado de extraer.

2. Que le hagas daño

Otra de las posibilidades es que le hagas daño de algún modo. Que lo introduzcas más de lo que querías y dañes el conducto del niño, o que se mueva bruscamente y esto le provoque alguna lesión.

3. Que quede afectada la piel del conducto auditivo

La cera es una secreción que se produce en el oído que tiene como misión protegerlo de sustancias que puedan entrar, e incluso de insectos. A medida que se va produciendo se va expulsando hacia el exterior y es ahí donde debe limpiarse, cuando la vemos fuera.

Si metemos bastoncitos la piel del conducto auditivo puede descamarse, sentirlo como una "agresión" y empezar a producir más cera para defenderse. Esto, obviamente, sería un problema mayor: meter un bastoncito para quitar la cera y ver que en vez de tener menos, con el tiempo tiene más.

4. Que aprendan que eso es para los oídos

¿Qué hacen los niños cuando ven un móvil? Ponérselo en la oreja y hacer que hablan. ¿Qué hacen cuando ven un peine? Tratar de peinarse. ¿Qué harán entonces cuando cojan un bastoncito de los que usamos para las orejas? Metérselo en el oído.

Uno de los grandes peligros es que aprendan que se utilizan para los oídos, que sepan que hay que meterlos dentro y que ellos mismos lo hagan. Ellos no saben qué están haciendo, no saben hasta dónde pueden o no meterlos y no saben que ahí dentro hay una estructura muy importante y relativamente frágil que se llama tímpano, que es mejor no tocar. Así que, como no lo saben, son capaces de hacerse mucho daño.

Entonces, ¿cómo le limpio a mi hijo los oídos?

Pues como dijimos hace un año: con el codo. O sea, de ninguna manera. Los oídos no se limpian porque para eso está la cera.

Lo único que tenemos que hacer es dejar que les caiga un poco de agua en la ducha por la cabeza, para que de paso entre y salga un poco por el oído. Entonces, cuando les secamos la cabeza, con la misma toalla secamos las orejas y un poco la salida del oído hasta donde nos permita el grueso de la toalla y nuestro dedo, o sea, casi nada. Así limpiamos lo que haya podido salir y no le hacemos daño innecesariamente.

Foto | Rumpleteaser en Flickr
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Las 16 cosas que debes hacer para prevenir la muerte súbita del bebé

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Muerte súbita del lactante

El Síndrome de la Muerte Súbita del Lactante (SMSL), también conocido como Muerte en la Cuna, es una de las incógnitas de la medicina que aún no ha sido del todo resuelta por una razón muy simple: no se tiene evidencia clara de cuál es la causa que la provoca.

Sin embargo, que no se sepa por qué hay bebés que mueren mientras duermen no quiere decir que no pueda hacerse nada para prevenirlo, porque a lo largo de los años, en cada una de las muertes, se han tomado todos los datos posibles sobre las costumbres de cada familia y gracias a eso, a día de hoy, conocemos muchos de los factores que ayudan a que suceda: las 16 cosas que debes hacer para prevenir la muerte súbita del bebé.

¿Cuál es el riesgo de muerte súbita de un bebé?

En realidad el riesgo es muy bajo si se tienen en cuenta las medidas adecuadas, cosa que no siempre sucede. En la actualidad se calcula que el SMSL afecta a 1 de cada 2.000 bebés, y sucede sobre todo entre la cuarta y la decimosexta semana (entre que el bebé cumple 1 mes y cumple los 4 meses).

Son bebés que han sido bien cuidados en sus casas, sin signos de enfermedad, cuyas autopsias no revelan la causa de la muerte (si son bebés con enfermedad que fallecen por ella, ya no hablamos de SMSL).

Es más frecuente en los meses que hace más frío, en bebés varones y en aquellos que pesaron poco al nacer, y se ha visto que los que tienen más riesgo son los bebés prematuros, los bebés de familias con antecedentes de muerte súbita, los hijos de madres fumadoras y los que son puestos a dormir boca abajo.

¿SMSL o asfixia?

No todos los bebés que mueren por la noche lo hacen por el SMSL. Algunos fallecen por asfixia, por quedar envueltos entre mantas, bajo un cojín o de alguna manera que no son capaces de respirar correctamente. La diferencia de la causa es obvia: uno muere porque no puede respirar y el otro por no se sabe bien por qué, aunque el resultado es el mismo y por eso las recomendaciones van dirigidas siempre a evitar ambos tipos de muerte.

¿De verdad no se sabe cuál puede ser la causa?

A ciencia cierta, no. Aunque ya hay algunos avances: en 2014 se encontró en una investigación con bebés fallecidos por muerte súbita que el 40% tenía una anomalía en su cerebro. Esta anomalía afectaba a su hipocampo, un área del cerebro que influye en funciones tales como la respiración, la frecuencia cardíaca y la temperatura corporal, a través de sus conexiones neurológicas con el tronco cerebral. La teoría dice que en situaciones en que el bebé pudiera tener alguna dificultad para respirar, el mecanismo que le ayudaría a hacerlo no funciona adecuadamente, llevándole a la muerte.

Esto, claro, podría explicar algunos de los casos, pero no todos. Así que luego están las hipótesis que aún están por demostrar, como problemas del corazón (algún tipo de malformación difícil de detectar) o algún gen mutado que participaría en el control de la frecuencia cardíaca y la respiración.

Las 16 cosas que debes hacer para prevenir la muerte súbita del bebé

Como no sabemos la causa, pero sí las situaciones que pueden dificultar la respiración a los bebés en las que se pone a prueba su "alarma", la que debe hacer que puedan seguir respirando, os contamos qué hay que hacer para evitar esas situaciones:

1. Llevar un control adecuado del embarazo

Se ha visto que en aquellos embarazos en que hay un menor control el riesgo de SMSL es mayor. El riesgo disminuye cuando el bebé no nace prematuro ni con bajo peso, y un buen control en el embarazo podría ayudar a evitarlo en algunos casos.

2. No fumar, beber alcohol ni consumir drogas durante el embarazo

Se ha visto que existe relación entre el consumo de estas sustancias durante el embarazo y el riesgo de muerte súbita del bebé que nace. Además, si una mujer fuma, bebe alcohol y consume drogas ya en el embarazo, el riesgo de que lo siga haciendo una vez el bebé nace es más que evidente, y aún multiplica más las probabilidades de SMSL.

3. Al nacer, tener al bebé piel con piel, pero con un adulto vigilando al bebé y a la madre

Muerte súbita del lactante

El método piel con piel, que en realidad no es más que poner al bebé, cuando nace, allí donde debe estar, en el pecho de su madre, es el mejor modo de evitar estrés en el bebé, de mantener un vínculo que no se rompe con la separación, de mantener la temperatura del bebé y de lograr una lactancia exitosa.

Sin embargo, desde que este método se lleva a cabo se han descrito algunos (pocos) casos de muerte del bebé en las primeras horas, estando en el pecho de su madre. Suele suceder cuando la madre está cansada del parto y se duerme, no pudiendo estar atenta a las señales de su bebé.

Por eso se recomienda que los bebés sigan estando en el pecho de sus madres al nacer, pero con un adulto que esté con ellos y no les deje solos.

4. Amamantar al bebé

Dar el pecho al bebé le protege de la muerte súbita. Se calcula que el riesgo disminuye entre un 50 y un 70%, aunque los motivos no están muy claros: puede ser la leche, puede ser que los bebés que toman pecho suelen comer menos y más a menudo, teniendo un patrón de sueño algo más superficial, puede ser que la madre está más cerca, puede ser "el envase", pues los bebés de pecho aprenden mejor a coordinar el proceso de succión, respiración y deglución (desarrollando mejor sus estructuras de deglución y respiración), y puede ser todo a la vez.

5. Poner al bebé a dormir boca arriba

Según los estudios actuales poner al bebé a dormir de lado es cinco o más veces más seguro que ponerlo a dormir boca abajo, y por eso en muchos hospitales lo recomiendan así. Sin embargo, dormir boca arriba es el doble de seguro que dormir de lado (y en consecuencia, diez veces más seguro que dormir boca abajo).

La cabeza debe quedar mirando hacia un lado para evitar peligros en caso de regurgitación y debe alternarse la posición para que no se produzcan deformidades (plagiocefalia).

Esto recomienda hacerse tanto por la noche como durante la siesta, ya que en ocasiones se recomienda que duerman boca abajo de día para alternar la posición en que la cabeza se apoya sobre el colchón. Sin embargo, es mejor no arriesgarse y evitar dicha presión en otros momentos del día: no abusar de la hamaca, del cochecito, ni de todas las superficies en las que se apoya por el día cuando está despierto.

Muchos padres ponen a sus hijos a dormir boca abajo porque así duermen mejor. Esto suele suceder en los casos en que al dormir boca arriba se asustan fácilmente con algún movimiento involuntario propio y se despiertan a menudo. En estos casos se aconseja envolver al bebé con un chal o mantita liviana, pero solo las extremidades superiores, como si fuera un gusanito en su capullo. Si esto le diera demasiado calor, entonces es mejor no hacerlo.

6. Que el colchón sea firme

Muerte súbita del lactante

Los colchones blandos posibilitan que el bebé quede más "envuelto" y haya más riesgo de sofocación. La sabanita bajera debe quedar tirante, sin arrugas.

7. No dejar que duerma demasiado tiempo en la sillita del coche

En los bebés pequeños que duermen en el coche, la cabeza tiende a caer hacia adelante, tocando el mentón con el tórax, y no tienen fuerza suficiente para respirar adecuadamente. En esta situación hay riesgo de que suceda lo que conocemos como asfixia postural.

8. No dar cereales antes de la siesta ni antes de dormir

Cuando los bebés comen cereales el alimento es más espeso y, si se lo comen bien, en muchos casos produce en los niños un sueño más profundo del que es normal para un bebé promedio. No sucede siempre, y hay bebés que incluso duermen peor por ser una digestión más pesada, pero si el bebé es de esos a los que los cereales les hace dormir de manera más profunda, el riesgo de SMSL aumenta, precisamente por eso, porque un bebé tiene que tener un sueño más ligero que no ponga en riesgo su salud (cuanto más profundo duerme una persona, mayor el riesgo de problemas respiratorios porque más difícil es recobrar la respiración en caso de problemas... por eso las personas mayores duermen de manera natural menos horas y tienen un sueño menos profundo que cuando eran jóvenes).

9. No utilizar los métodos "antivuelco"

Un bebé que duerme boca arriba no puede ponerse boca abajo por sí solo, así que los métodos antivuelco son innecesarios. Además, se han relacionado con 12 casos de muerte infantil y la FDA emitió un comunicado avisando de ello en 2010.

10. No utilizar protectores, peluches, cojines ni mantas en la cuna

De igual modo, la cuna debe ser lo más espartana posible. Los protectores aumentan el peligro de asfixia del bebé y de atrapamiento. Los peluches son peligrosos por el riesgo de asfixia y los cojines y mantas tienen el mismo problema: son blandos, se pueden mover de sitio y pueden acabar encima de la cabeza del bebé.

Lo ideal es que el bebé duerma solo con el pijama, sin taparse, teniendo una temperatura de la habitación agradable. Si esto no es posible, si solo con el pijama podría tener demasiado frío, se puede usar un saco de dormir que le tape el cuerpo pero nunca la cabeza (y en que el bebé no pueda deslizarse hacia abajo, hacia adentro) o ropa de cama puesta muy abajo, de modo que el bebé duerma a los pies de la cuna, con la cantidad de ropa de cama suficiente para taparle solo el cuerpo (a medida que crece el bebé, ponemos la sábana, manta o edredón más arriba, hacia el cabezal, adaptándonos al tamaño de su cuerpo).

11. Evitar que el bebé pase demasiado calor

Muerte súbita del lactante

Es más habitual que pasen calor que frío, porque el miedo a que pasen frío nos lleva a abrigarles, a veces demasiado. Si les tapamos demasiado pueden llegar a respirar de manera más profunda, agotarse en el esfuerzo y sufrir un golpe de calor.

12. No dormir con el bebé en el sofá

Dormir con el bebé en el sofá aumenta exponencialmente el riesgo de muerte súbita del bebé, tanto como que lo aumenta en cerca de 18 veces (podríamos decir que si en condiciones normales el riesgo de SMSL es de 1 por cada 2000 niños, dormir con el bebé en el sofá hace que el riesgo sea de 1 por cada 111 niños).

13. Darle un chupete para que duerma con él

En el caso de los niños amamantados es menos relevante, porque suelen ir cogiendo el pecho por la noche, pero en los que toman biberón sí. El chupete se ha visto protector del SMSL porque el bebé parece no dormir tan profundamente con él, al ir haciendo succión cada cierto tiempo. Falta saber con certeza en qué casos protege mejor y en qué casos no, porque hay estudios que relacionan este beneficio solo al colecho (si duerme con los padres y tiene chupete).

Cuando el bebé sea amamantado debe evitarse darle chupete en el primer mes de vida, pues podría ocasionar confusión en la manera de succionar y en consecuencia problemas con la lactancia.

14. No fumar cerca del bebé, ni dormir con él si se fuma

El tabaco, cuando una persona fumadora duerme con el bebé, aumenta hasta en 9 veces el riesgo de muerte súbita, que también es muchísimo. Esto sucede hasta los 3 meses de vida, ya que a partir de entonces el riesgo es mucho menor. Fumar cerca de él, o en lugares donde luego estará el bebé (fumar cuando no está en el comedor, por ejemplo), también aumenta el riesgo de SMSL, además del riesgo de infecciones respiratorias.

15. Dormir con el bebé en la misma habitación

Muerte súbita del lactante

Poner a dormir al bebé fuera de la habitación de los padres aumenta el riesgo de muerte súbita hasta los tres meses de vida y por eso se recomienda no hacerlo. El bebé debería dormir en la habitación de los padres, ya sea en una cuna o moisés, ya sea en una cuna colecho, porque beneficia al patrón respiratorio y cardíaco del bebé.

A partir de los 3 meses se recomienda incluso compartir el lecho de los padres (puede seguir en la cuna colecho), porque el riesgo de muerte súbita de los bebés de más de 3 meses que están junto a sus padres es 10 veces menor que los que duermen separados.

Ahora bien, debe hacerse de manera segura, siguiendo todas las recomendaciones anteriores (nada de tabaco, alcohol, drogas... evitarlo si los padres están muy cansados o si tienen sobrepeso, que la cama tenga las condiciones idóneas para que el sueño sea seguro, etc. -podéis leer más sobre el colecho seguro aquí-).

16. Evitar los productos e inventos que prometen reducir el riesgo de muerte súbita

Venden colchones, cojines, posicionadores y artefactos varios (como monitores de respiración) para prevenir el riesgo de muerte súbita cuya eficacia no está probada y que pueden ofrecer a los padres una falsa sensación de seguridad, algo así como "ahora que le he comprado esto, el riesgo es mínimo". Ante el riesgo de obviar el resto de medidas, lo recomendable es no hacer experimentos con dichos productos y seguir los consejos previos.

Fotos | iStock
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